“Me dueles Dalias”, frase que resume y encierra el sentimiento humano que acongoja a muchos pobladores de la colonia Las Dalias.
De todo lo que se ha dicho luego de los trágicos hechos ocurridos allá en el olvidado suroriente de Torreón, lo que expresó en redes sociales un vecino del lugar es lapidario.
El alcalde Román Alberto Cepeda González minimiza –por enésima vez- lo ocurrido, y muestra y demuestra que ni el dolor ni la injusticia, en tanto el escenario y la gente no sean de su clase social, le importan.
Eso de que ‘hay mucho qué lamentar, sin duda, pero al final del camino seguimos trabajando duro con la prevención’ es más que lamentabilísima, una desdichada declaración.
La seguridad pública en la ciudad –y en Coahuila, la presume la alta burocracia estatal- se hizo polvo, vaporosa. ¿Hay de veras una estrategia?
Porque la preventiva, para empezar es de la absoluta responsabilidad de la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Nomás no existe, o sí, cada año para efectos del Buen Fin, o para algunos juegos del Santos.
Si el alcalde, si el cabildo, si el ayuntamiento de la ciudad se ocuparan de veras del tema, se acercaran a la población de los sectores más empobrecidos y atendieran sus necesidades ciudadanas, lo que ocurrió pudo haberse evitado.
¿Para qué sirven las casetas de la DSPM? ¿Para qué los recorridos de las patrullas? ¿Y los tantos elementos de la corporación? ¿Y las numerosas cámaras de videovigilancia? ¿Ahí no? La policía preventiva no acude a esos rumbos sino para meter miedo y atracar.
Y se hace de la vista gorda en un Torreón plagado de puntos de venta, de narcomenudeo, de venta de alcohol, de expendios, cantinas y bares.
Lo peor: la situación de olvido y abandono de esas colonias periféricas y sus habitantes. Parece que su vida es en vano, que a nadie les importan.
Lerins Varela Castro, experimentado académico de la Facultad de Ciencias Políticas de la UAdeC, manifestó, a propósito de los hechos mortales y de sangre de los que nos enteramos, opina diferente al alcalde, y asegura que la violencia en Las Dalias, como en otros rumbos de la ciudad, “es muy grave”.
Pero como los problemas de esta índole siempre necesitan culpables, las víctimas y los victimarios son los únicos señalados.
Es la prolongación de su angustia de sobrevivir para medio vivir.
Reiteradas veces propuse, al colaborar en el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE), que había que voltear al oriente de la ciudad, que se programaran ahí actividades artístico-culturales en sus zonas más populares y vulnerables tanto urbanas como ejidales.
Un altísimo porcentaje de sus eventos no salen del centro. Centralización y concentración, pues.
En este espacio semanal le pedí al alcalde ensuciarse los zapatos (botas), que camine y recorra las tristes calles y banquetas, los diferentes rumbos de la ciudad que han generado varios Torreones dentro de Torreón. Nada.
La parcialidad e interés gubernamental se nota: apoya la zona norte y su desarrollo, y se olvida del suroriente, del poniente norte.
Con un vergonzante primer cuadro que da para llorar.
“Los procesos de urbanización social tienden a desaparecer o minimizarse, una situación en la que habría que poner atención… y reconocer qué pasa en ese tipo de colonias”, apuntó Lerins.
Sí: necesitan agua, alumbrado, empleo, pavimento, plazas públicas dignas, áreas verdes y vigilancia les hacen falta.
Pero también la voluntad de programar en ellas actividades culturales y deportivas que permitan dignificar y respetar los derechos humanos de esos niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres que también son torreonenses.
No quieran hacer creer a fuerza que el modelo de seguridad en Coahuila es encomiable, tanto que debe replicarse en todo México.
Porque un alfiler puede hacer tronar su burbuja, me aseguran conocedores del tema más que enterados.
Los misioneros Xaverianos, cuyo Centro Juvenil está enclavado en Las Luisas, a unos metros de Las Dalias, hicieron un llamado a la sociedad: “Oremos por la Colonia Las Dalias… para que se viva un ambiente de paz entre los colonos”, pidieron en sus redes sociales.