“Un momento, sólo un momento agradable entre otros muchos (muchos) muy ingratos". No creo en la gratuidad: el hombre, a como dé lugar o hasta por un instinto de supervivencia, busca la subjetiva felicidad. Si la obtiene es, en efecto, momentánea porque luego él mismo (consciente o inconsciente) la desecha como basura. Es nuestro origen, nuestra esencia, lo han dicho los grandes filósofos del mundo, lo ha dejado claro la teoría psicoanalítica. Así es, en síntesis, la condición humana. Los anecdotarios, las autobiografías, los diarios íntimos —incluida la ficción— terminan en los estrechos y oscuros testimonios del dolor. Curioso.
Durante estos días de encierro cuasi obligado, me he visto revisando algo que pueda aparecer en mi pequeña bibliografía que no tenga como tema el sufrimiento. No hay mucho (...) Y todos (sin excepción) cargamos una "tragedia". Lo que es cierto es que el manejo del conflicto depende de quien lo lleve pero aún así, en el fuero interno, cada uno sabe que hay algo ahí oprimiéndole el alma.
Quien diga lo contrario miente.
Entonces hay otras cosas, los llamados "mecanismos de defensa": hay famosos que se han retirado en el abandono total, los hay sin desprenderse de "eso" que mortifica tanto, son miles de situaciones (...) Conclusión: sí hay felicidad pero es como el amor, sólo por un rato. ¿Es por eso que los representantes de la antipsiquiatría recomendaban "vivir el dolor"?
La "resistencia" está en el no admitir cambios pero también no recibir ayuda.
Nuestra sociedad ha trazado todos los caminos al infierno: el dolor del otro no será el de uno. La felicidad ajena molesta. Se busca al otro cuando se espera un beneficio. Eso es todo, lo demás es silencio (...) Y se acumulan los ciclos. La terapia Gestalt le llama al fenómeno "desresponsabilizacion". Nuestra cultura nos lo ha mostrado todo: el "te siento ajeno" el "no existes" el "te engaño". Lo que la lengua expresa el cuerpo lo niega, un doble vínculo. El último reducto de comunicación humana está en la literatura, en la palabra transparente, en la poesía: su interpretación es metafórica, como el recurso del lenguaje de la locos. La moneda sigue en el aire.