Sociedad

El buen vivir

El mundo está hecho para la acción y la contemplación. A veces hay arrojo. A veces hay calma. Pero siempre estaremos moviéndonos en nuestras vidas al tenor de las circunstancias y los vaivenes de cosas que pueden ser inexplicables. Recuerdo un monumento en París dedicado a un militar que llevaba por paráfrasis lo siguiente: “La alegría de vivir está en la acción” (La joie de vivre est dans l’action).

Sin embargo, existen momentos en que necesitamos detenernos a reflexionar, a pensar y meditar. La vorágine de la vida diaria nos envuelve, pero aparte de sobrevivir debemos buscar el vivir en equilibrio. Y allí empezamos con los problemas. El buen vivir no implica que necesariamente debemos aspirar a las cosas más caras, excéntricas o lujosas. El mejor o más lujoso coche, la casa más grande o las joyas más ostentosas, no llenan una vida de sentido o le dan significado a una realidad. Cuántas personas en la cúspide de la fama, la gloria o el dinero acaban con su vida por el hecho de no sentirse plenamente satisfechos o con un real compromiso con la vida.

El concepto de buen vivir es un enfoque reciente que han desarrollado diversos filósofos y antropólogos, enfocado en una vida relacionada en la armonía con la naturaleza, en la paz interna, en la búsqueda de un significado a la esencia del ser, pero también en la sustancia del vivir. El objetivo último no es disfrutar la vida con placer como los epicureístas –nombre derivado de Epicuro, fundador de esta escuela filosófica- que proponían “maximizar el placer y minimizar el dolor”. El buen vivir supone vivencias dentro de un justo equilibrio con la paz espiritual, en armonía con los demás y con el medio ambiente que nos rodea. En suma, vivir con “responsabilidad”.

Y quienes no cuentan con abundancia de dinero o bienes materiales (la inmensa mayoría de la gente en América Latina) podrían aspirar al buen vivir si podemos hacer que logren su sustento material, económico, y luego educativo y cultural. En última instancia, aspirar a la felicidad. Tomando conciencia de nuestra pequeñez en el mundo y en el universo. Empezando por no creernos las leyendas y triquiñuelas que nos dañan como producto de consumo (político, cultural, digital o de ejemplaridad social) y procurar trascender las desigualdades y la discriminación, buscando superarnos mediante la educación y el trabajo –en la cooperación y la solidaridad, antes que con la competencia y el exterminio del que es diferente-, cosa que parece muy lejana de nuestra idiosincrasia y nuestra forma de ser.

La felicidad ha sido una brújula o camino de aspiración vital de la humanidad desde que tenemos conciencia de ella. ¿Que nos queda? Aspirar a la felicidad dentro del buen vivir, con la familia, los amigos y los que piensan igual que nosotros, pero entendiendo al que no. Los que nos brindan respeto y comprensión en el día a día de la existencia.

Pero en la vorágine de la violencia cotidiana que vivimos, en la falta de respeto y empatía por el otro, en la incapacidad de nuestros gobernantes y políticos para reestablecer la paz, cuántas veces nos hemos sentido desamparados y huérfanos porque vemos alejarse esa felicidad y ese buen vivir.

Muchos países han establecido la felicidad como meta suprema de la nación en sus declaraciones de independencia o en sus constituciones. Estados Unidos es uno de ellos; y en 1776 sus padres fundadores afirmaron que “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad son derechos inalienables de todo ser humano”. Ojalá y lo recuerden sus gobernantes. En Ecuador, el concepto de “buen vivir” ha sido llevado a su constitución política.

Comencemos en el ahora a buen vivir, no dejemos que nos arrebaten la tranquilidad y la paz, y digamos como dijo Pablo Neruda en su poema Oda al día feliz:

“Esta vez dejadme ser feliz, nada ha pasado a nadie, no estoy en parte alguna, sucede solamente que soy feliz por los cuatro costados del corazón, andando, durmiendo o escribiendo. Qué voy a hacerle, soy feliz”

Y entonces entenderemos que el buen vivir es el medio que nos llevará a ese estado feliz, partiendo del bienestar cotidiano como aspiración y derecho, para que podamos experimentar y lograr al final, día tras día, por “los cuatro costados del corazón” ser partícipes de la felicidad, junto con los demás.

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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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