Hay que repetir de vez en cuando a Gabriel Zaid: “Teotihuacan existe, el Acrópolis existe, la Catedral de Puebla existe. El tiempo y el costo de construcción que representan son nada frente a las inversiones y el esfuerzo que han hecho de Monterrey una ciudad espantosa. ¿Por falta de dinero?”.
¿Por falta de dinero? No, por exceso de mediocridad, por exceso de codicia. Y nuestra mayor desgracia: anclarnos en el siglo XX.
En su libro Marca ciudad. Cómo rediseñarla para asegurar un futuro espléndido para todos, Toni Puig apunta: “Al Gore, el presidente para Estados Unidos que no pudo ser porque se cruzó con la catástrofe Bush, ha sido el motivador que urgíamos para poner el cambio climático en la agenda de los ciudadanos. Gracias. Los ciudadanos están, con fundamento, preocupados. Los gobiernos, poco. Las multinacionales, silban. ¿Y las ciudades? Felizmente algunas están en la onda”.
Y Toni Puig ejemplifica: “Friburgo, en Alemania, con 215 mil habitantes y un gobierno de Los Verdes gestiona otramente el tráfico y opta por energías renovables. Saben que se debe trabajar a medio y largo plazo. Y hay resultados. Y en el 68 impedían que el tráfico motorizado circulara por el casco antiguo. En el 72, cuando las ciudades se deshacían de los tranvías, la ciudad los amplió. También se redescubrió las ventajas de la bici. Se utiliza el transporte público. No hay atascos ni ruidos. Construyen en zonas urbanizadas para no talar más bosque. Hay transporte combinado, para entrar en la ciudad, de tren y bici. También se comparten coches. Existe un barrio sin coches, humos y abastecido por energía solar y con materiales aislantes.
“Vancouver en Canadá es la cuna de Greenpeace, una ciudad primera mundial en calidad de vida (…) Todas las construcciones que se hacen ahorran energía, aprovechan el agua, se opta por materiales locales y todo tipo de reciclados. Se potencia el transporte público, la bici y el ir andando. Combaten la decadencia del centro urbano y la extensión urbana descontrolada. Todos los edificios públicos se modifican para aprovechar energía. Se recicla el metano generado en los vertederos y se reutiliza para calentar invernaderos y generar electricidad…
“Melme, en Estocolmo, está contra la destrucción de espacios naturales, el agotamiento de los recursos y la contaminación. No es poco. El 100% de la energía que necesita proviene de fuentes renovables, agua del mar y subterráneas. Y paneles solares. Se limita el uso del automóvil. Se estimula el uso del gas y energía eléctrica en los vehículos. Se ha descontaminado el suelo. Se crean parques. Se instalan cubiertas ecológicas. El 70% de los residuos ecológicos se reciclan. Todas las viviendas tienen internet por banda ancha. Saben hacer las cosas bien.
“Hamburgo está creciendo un 40% a orillas del Elba, en un trozo de viejo puerto abandonado con criterios de sostenibilidad. Estará a punto en el 2025: se ensaya un modelo de centro urbano para el siglo XXI. Un espacio más respetuoso, menos contaminante. Su edificio emblemático es para la filarmónica, se levanta sobre una antigua bodega de ladrillo rojo… No habrán grandes almacenes comerciales sino pequeñas tiendas, cafés, galerías, parques infantiles, zonas comunitarias, líneas de Metro, carril bici, apartamentos para mayores, Universidad…
“Ciudades verdes: ciudades para conocer y aprender. Porque el cambio climático ya no es discutible”, expresa Toni Puig.
Friburgo, Vancouver, Hamburgo, Melme, Berlín, Tirana, pero también Medellín, Porto Alegre, Curitiba, Bogotá… por exceso de mediocridad, por exceso de codicia, el área metropolitana de Monterrey es socialmente irresponsable.
@ruizjosejaime