Dicen en algunos medios periodísticos que la celebración de los próximos juegos olímpicos está en riesgo, debido a unas chinches nuevas, muy resistentes a los insecticidas, que han aparecido en los lugares de los juegos olímpicos.
Se está diciendo que esta plaga colchonera, se origina por el calentamiento global.
Pero debido al mucho dinero de los pueblos participantes en los juegos, de seguro que habrá un remedio para atacar esta plaga que no ha sido invitada a los juegos. Son unas intrusas.
Se está en una preocupación no menor para el olimpismo mundial.
El solo enunciado de lo que pueden provocar estos animalillos sueña a muy extraño en lo que un poeta oriental ha llamado, “gota de sangre que camina”.
Hay muchas cosas nuevas que está provocando lo que se llama “el calentamiento global”, como los ciclones que hacen su aparición en el mapa de la humanidad cada vez con más frecuencia.
A este respecto, llega oportunamente la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, con fecha del 4 de octubre, titulada:
“Laudate Deum”, que es un recordatorio de que poco caso se le hizo al Papa Francisco con su Encíclica “Laudato sí”, publicada hace ocho años, teniendo como tema, el cuidado de la creación.
En su más reciente documento, el Papa dice: “Provoca escalofríos que las capacidades ampliadas por la tecnología “dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero.
Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como se está haciendo, (…) ¿En manos de quién está y puede llegar a estar tanto poder?. Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad”.
Pronto llegará el citado documento papal, bien fundamentado en la parte científica y bien motivado desde la parte espiritual.
Pero en ambientes eclesiales, domina de palabra la preocupación por el sano ambiente, pero en los hechos, apenas damos para disimular que hacemos algo.
Vivimos en una época de idolatría por la tecnología que nos hace creer que somos algo parecido a todo poderoso.
Eso nos pasa porque no nos preocupamos de crecer moral y espiritualmente con el avance de la ciencia y de la tecnología.
Los celulares los empleamos para trasmitir chismes y a los niños se les dan para que no molesten a los adultos. Un juguete más para el inquieto crío.