Hoy en día, apenas se puede encontrar, por excepción, a alguien que no tenga una Biblia en su casa, aunque no sea católico ni miembro de alguna otra denominación cristiana.
Muy antes se decía que estaba prohibida la Biblia, que era una verdad muy a medias, ya que entre católicos había cautelas, debido a la polémica con los entonces llamados protestantes, hecho que ahora está totalmente descartado y más bien abunda la motivación para que cada persona tenga una Biblia en su casa, y la lea, y se recomienda que con cuidado para que nadie se sienta satisfecho porque donde abrió la Biblia, Dios le habló para las circunstancias del día.
El Concilio Vaticano II, con su documento sobre la Divina Revelación (Dei Verbum, núm. 22), insiste en que los fieles tengan fácil acceso a la Biblia.
En el campo bíblico esto significó una verdadera voltereta, ya que las inmensas mayorías de cristianos se sintieron invitados para acercarse a los textos de la Biblia, con confianza y deseosos de encontrar cómo la Biblia interpreta la vida humana desde sus páginas.
En términos pastorales, esto fue un verdadero cambio popular que no dejaba de incomodar a unos pocos que se les hacía tamaña irreverencia el que cualquier hijo de vecino estuviese gustando la Biblia.
En el campo latinoamericano y mexicano, una gran tarea de encontró de pronto, para pastores, pastoralistas y lectores devotos de la Biblia, por la cantidad de cursos, seminarios e instructores en pequeño, enfrentados a las páginas de la Biblia, la que interpreta la vida.
A esto pronto se le llamó lectura popular de la Biblia, práctica muy alejada de la superficialidad, ya que en esencia, no se encontraba lejos de la interpretación correcta de la Biblia, ni de su interpretación científica, el “club más carao de la Biblia”.
La interpretación popular de la Biblia, se vio tan favorecida, que provocó la abundancia de nuevas traducciones bíblicas entre las que sobresale la Biblia de Latinoamericana, con más de cien millones de ejemplares, “Dios llega hoy”, en un esfuerzo de católicos y protestantes, que ya rebasa los 50 millones de ejemplares.
La lectura popular de la Biblia es una lectura desde las ocupaciones y apuros del Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo, la Tradición y la guía del Magisterio de la Iglesia.
Como quiera, es una lectura que “abre los ojos”, e ilumina la conflictividad social en la que vivimos, con locas interpretaciones.
Dios nos abre camino en nuestros enredos.