La Resurrección del Señor, es la celebración más importante del Año Litúrgico, tanto en la Iglesia Católica como en otras Iglesias que tienen como normativa de conducta el Evangelio.
Los enemigos de Cristo, decidieron matarlo en una cruz, como un ajusticiado, entregado a las fuerzas militares romanas, de hace 21 siglos, ya que el pueblo judío, como dominio del Imperio romano, no estaban facultados para crucificar a nadie.
Cristo muere en la cruz, como un reo del imperio romano, por un odio de los dirigentes del pueblo judío de aquel tiempo.
La muerte en cruz de Jesús de Nazaret, inicialmente, fue un desconcierto para los Apóstoles, sus seguidores cercanos pero no fue lo mismo para unas pocas mujeres que se armaron de valor para estar al pie de la cruz y luego se decidieron a caminar hacia el sepulcro, a la primera hora de la mañana, para embalsamar el cuerpo de su amado Maestro, pero unos ángeles les dijeron que ya no estaba, que había resucitado, pero las tercas mujeres por lo pronto pusieron en duda el aviso, y se resolvieron en avisar a Pedro y a los demás Apóstoles, para que tomaran cartas en el asunto.
Quienes pensaban en administrar la tragedia de la crucifixión del Maestro, pronto tuvieron que admitir la evidencia de la resurrección y descubrirle a sus opositores que “el crucificado, es el resucitado”.
San Juan evangelista, dirá años más tarde y con mayor elegancia: “Mirarán al que traspasaron” (Jn. 19, 37).
Las mujeres fueron las primicias de la noticia de la resurrección, las que en aquellos años, hace 21 siglos, eran consideradas como personas con palabra sin crédito. Por medio de ellas, Dios quiere hacer resonar el hecho de que a Cristo no le vence la muerte.
Las mujeres, consideradas débiles en la sociedad machista, aportan la fortaleza que necesita la sociedad que lucha por la realización de la justicia.
No cabe duda que también se dejan manipular, pero son fuertes moralmente, como los cedros de nuestras montañas.
Las distintas modalidades de catequesis en las parroquias y centros de enseñanza no languidecen y además, suelen atraer a los hombres a esa noble tarea, en esta época ávida de enseñanza, de justicia, de verdad, de honestidad.
¡Resucitemos todos!