En pocos días, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles abrirá sus pistas y con ello dará inicio una nueva etapa de la aviación en México, en la que gracias al talento de ingenieros militares se logró la proeza de construir un aeropuerto, que por su magnitud, será, sin duda, el mejor aeropuerto de México.
Si bien su consolidación será paulatina y resulta urgente terminar las obras de conectividad terrestre y de transporte masivo que lo conviertan en el hub principal de país, su apertura significa también el inicio del cierre definitivo del aeropuerto Benito Juárez. Con el paso de los años y de continuar las inversiones, la terminal mexiquense habrá de sustituir el aeropuerto de la ciudad, que se encuentra en un estado de notable deterioro y con muy pobres niveles de servicio, por ello resulta urgente su cierre.
El Aeropuerto Felipe Ángeles es la gran oportunidad de desarrollo que espera una región del Estado de México marcada por la lejanía y la falta de crecimiento económico y social. Si se toman las decisiones adecuadas, este aeropuerto será una oportunidad única para la generación de empleos, la reconversión del uso de la tierra para favorecer la competitividad de nuestro estado, generando así espacios adecuados para tener nuevos corredores industriales y plataformas de logística que impulsen el creciente movimiento de carga en el centro del país y con ello dar dinamismo a una región de nuestro estado que tiene en esta, su gran oportunidad de desarrollo.
Frente al gran esfuerzo del Gobierno federal, que decidió dar al territorio mexiquense un magno aeropuerto, no noto en lo local una reacción del tamaño de la oportunidad. No veo acciones concretas en los municipios que rodean al aeropuerto para rehacer sus planes de desarrollo urbano, no veo en las universidades y centros de estudios planes especiales para capacitar a mexiquenses de esa región para incorporarse a una posible ola de generación de nuevos empleos, que en los próximos años podría generar hasta medio millón de plazas de trabajo.
Desconozco si hay estímulos fiscales para la generación de nuevos corredores industriales, no veo emoción de los empresarios mexiquenses para la atracción de nuevas inversiones. Pareciera que el aeropuerto llegará, abrirá y ocupará en el territorio mexiquense el mismo espacio sin trascendencia que le hemos dado equivocadamente al aeropuerto de Toluca.
En unos años, el Felipe Ángeles será el aeropuerto más importante de Latinoamérica. Estará en el Estado de México. Atenderá a una población de más de 30 millones de personas y transitarán ahí más de 50 millones de pasajeros. Todo esto, ante la inicial e inexplicable indiferencia de nuestro estado, que tendrá el 21 de marzo la obra de infraestructura más importante que ha concluido nuestro país en décadas.
El piloto, lo que detona la economía entorno a la infraestructura, es la planeación de largo plazo, la visión de desarrollo equilibrado, la posibilidad de generar riqueza a partir de buenas decisiones en políticas públicas en todos los niveles de gobierno, y esa parte parece que no habrá de aterrizar en Santa Lucía este 21 de marzo.
Javier García Bejos