En 1987, Donald Trump, en ese entonces emergente magnate del real estate y los casinos coescribió junto con el periodista Tony Shwartz The Art of The Deal (El arte de la negociación), en el que quedó plasmado el estilo personal del empresario al momento de cerrar negocios. Para el oriundo de Queens, la clave de su estrategia consiste, entre otras cosas, en saber cómo y cuándo ejercer presión y que eso vaya siempre en favor de quien inicia el trato, tomando siempre en cuenta que el negociador principal es el que debe tener la ventaja, el upper hand en términos anglosajones.
Durante décadas, el empresario ha sido reconocido por su estilo duro y pragmático y por no escatimar en su autopromoción. El libro en cuestión, que va de la autobiografía al manual de negocios lo refleja bastante bien. En su primera administración Trump adaptó su particular estilo para negociar a la administración pública con resultados dispares. En este segundo término la estrategia se ha perfeccionado y queda claro que está surtiendo efecto, al menos para los intereses políticos del republicano.
Celebro, sin duda, la “cabeza fría” que ha mantenido la presidenta Claudia Sheinbaum al momento de negociar con este titán, porque haber ganado tiempo en la imposición de aranceles no es cosa menor dado el complejo panorama en la relación bilateral con nuestro principal socio comercial.
Lo que vivimos este fin de semana largo es sin duda la puesta en escena del nuevo modelo de negociación con la principal potencia económica del mundo, y no solo para México, para el resto del orbe también. Es sin más, el arte de la negociación al estilo Donald Trump, y aquí me gustaría destacar algunos aciertos del Gobierno de México que lo dejan bastante bien parado respecto de otros líderes que en días recientes han mostrado muy poca habilidad y tacto al lidiar con la nueva diplomacia de la Casa Blanca.
Más allá del frenesí mediático, legítimo o no, que despertó el anuncio de la aplicación de aranceles, considero que fue un total acierto que nuestro gobierno guardara la calma y estableciera contacto directo con Trump para una negociación de mutuo beneficio. Entiendo que las estrategias punitivas para combatir o administrar al narcotráfico y la migración irregular no son las ideales, pero desafortunadamente, dadas las circunstancias actuales, nuestro país no tiene mucho margen de maniobra.
Es verdad que la pausa de un mes en la aplicación de impuestos a las exportaciones mexicanas hacia EE UU son solo un respiro, pero todo indica que por ahora ese será el ritmo bajo el que Washington se moverá en los próximos 4 años y entenderlo así es mejor que esperar a que las viejas formas regresen. Sheinbaum ha leído bien los signos de los tiempos, y entiende perfecto que habrá aspectos en los que será muy complicado no ceder, y que habrá otros en los que existen posibilidades de negociar.
Entender esto es clave, porque contrario a la leyenda negra que muchos medios han construido alrededor de Donald Trump, con o sin razón, no se trata de un político inflexible: siempre está dispuesto a negociar solo hay que saber qué ofrecerle.
No puedo asegurar si en algún momento Trump aplicará de manera unilateral algunas de sus medias más agresivas, tanto a nivel comercial, como político y de seguridad. Lo único cierto aquí es que la contraparte debe leerlo con atención y entender sus necesidades y la urgencia que tiene por dar resultados. Me parece que en Palacio Nacional están haciendo la tarea.
El próximo mes será crucial para nuestro gobierno, ya que sí o sí se tendrán que poner sobre la mesa algún tipo de resultados que le den incentivos al republicano para batear la idea de los aranceles o de cualquier otra medida que fracture nuestra relación política y comercial. La tarea no es fácil pero tampoco imposible, y si en algo ha invertido recursos y energía la administración de Claudia Sheinbaum es en el tema de seguridad. Sí logra ofrecerle resultados a Donald Trump, no solo se anotará un gol para calmar las aguas del enfurecido vecino, también logrará calmar las de su país, que ya no puede resistir más ante la violencia.
Serán cuatro semanas muy intensas para nuestro país, ojalá que Sheinbaum y su gabinete puedan hacer la diferencia y demostrar que, pese a la rudeza de la nueva realidad global, existen posibilidades de salir ileso.