Como miembro de la cuarta generación de gringos nacidos en México, como diría Monsiváis, saludo el apoyo solidario que nos ha brindado ese notable humanista llamado Donald Trump que, ante los hechos violentos de los últimos tiempos, ha ofrecido su apoyo por supuesto desinteresado para acabar con los malos de Malolandia. Por supuesto, me encanta la idea de que los Avengers nos vengan a salvar porque de plano no hay manera. Que caigan por acá Rambo, Terminator y el Pato Donald para que podamos ver con toda calma cómo todo esto se convierte en Afganistán. Nos quitamos de encima las angustias y el estrés que se viven cotidianamente, para relajarnos y ver en la intimidad de tu despacho cómo se arregla todo al estilo de John Wayne.
Digo, a lo mejor tendremos algunos inconvenientes como explosiones por doquier, la conversión de San Juan de Ulúa en un nuevo Guantánamo, la resurrección de los pocitos de Tlaxcoaque para que los congresistas yanquis puedan torturar a alguien, sea sicario de algún cártel o un simple mortal, no importa.
Y mientras los gringos hacen el trabajo sucio con singular alegría, nosotros podemos empezar a checar nuestros depósitos de la pensión, como el güerosko Castañeda, para luego hacerla de tos y que te trolleen manchadamente por jubilarte a una edad más temprana que la de Gurría, al que se llevaron al río pensando que eran mozuelo.
¿A poco no les gusta la idea de que en tanto las fuerzas del bien se van quedando con Chihuahua para liberarla de los agentes de KAOS, Hydra y el cártel de Sinaloa, uno pueda aprender el pasito tuntún de Paco Zea cuando da noticias de matazones?
O sea, no es por nada, pero mientras senadores como Lindsey Graham se van a Siria porque se está mejor que en México (se ve que no ha pasado por donde se matan por el Fentanilo allá a la vuelta de su casa), uno podría cumplir algunos viejos deseos. Por ejemplo, a mí me encantaría tener un granja de bots como la que dice el Tumbaburros que no le compraron sus papis para que se entretuviera mientras encuentra una chamba de jefe, porque los mimaría y procuraría para que fuera como los que a mí me acosan de la misma manera en que Jack Nicholson corretea a su familia con un hacha con los mismos ojos de toro loco que tan bien imita el subjefe Diego.
Plis, Donald, invádenos, líbranos del mal aquí en México como en el cielo.
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@jairocalixto
