Mientras leía en francés antiguo las memorias de Nicolás Zarkozy (el expresichente francés que llevó a los enfants de la patrie por el lado oscuro de la derecha autoritaria, clasista y forjadora de marginaciones), percibí que veía con cierto asquito al expresichente Calderón. No solo por ser un tipo necio como una mula, sino que estaba más bien al servicio de los apetitos siniestros de su compita, García Luna Productions. En su necedad por entambar a Florence Cassez para darle consistencia a los montajes que armó con Loret #LordMontajes, se negó a negociar con Zarkozy que había venido a México a rescatar a la doncella y ganar algo del rating que había perdido con las movilizaciones en Saint Dennis. Cuenta mi Nico que ante la sola mención de la Cassez, el CaldeRón se puso más loco que ante una imagen del Tren Maya. Ya quería resucitar la Guerra de los pasteles con don Genaro, que estaba muy ocupado llevándole la botana al Chapo Guzmán con Narco guerra incluida.
Algo que solo se puede comparar con la aparición de un grupo de entusiastas panistas haitianos. Si hay panistas hasta en el PAN, aunque usted no lo crea, por qué no los debería haber en aquella isla panistas de rancio abolengo, que llevan con orgullo las banderas y logotipos del partido blanquiazul cual choznos de Gómez Morín. Es interesante que uno de los vikingos de la profecía esperadas como Santiago Taboada (un señor que se siente el vikingo barbado de la batiprofecía esperada), haya podido encontrar a estos personajes que en creole exaltaban apasionadamente al partido de sus amores, Acción Nacional, que en retribución por su apoyo incondicional, seguro les entregará algunos de los departamentitos de interés sensual que administra el Cartel Inmobiliario del PAN.
Eso y un huipil muy gelatinoso.
Que no les extrañe que, ante la falta de una fanaticada local, aparezcan en el Xochitlverso panista fuerzas vivas en el Atolón de Mururoa, y al ritmo de “Fíjate qué Zuavo” llegarán calderonícolas argelinos, foxistas-voxistas de la hermana república de Timboctú, además de los kinkytellescos emisarios de la parte más septentrional de los petroglifos de Twyfelfontein y los enanos markitititianos de Khazad-Dum.
Lo que se aclaró si esta gente heredera de los horrores de Papa y Baby Doc, eran neopanistas con derecho a discernir, jelipistas de la Estafa de luz o panistas de la vieja guardia de los Rabadanes de la espada desenvainada o de la tribu de los chikiliquadris en tachas.
