Aunque seguro es un homenaje a los caníbales Puk y Zuk del cómic Chanoc, no entiendo por qué la reacción tan encendida en contra de Leo Zuckermann (hay gente muy malvada que le dice Suckerman, no se vale), debido a que se hizo una pregunta muy humanista, de esas que se debe hacer Netanyahu cuando va a lanzar bombas sobre Palestina: ¿Vale la pena reconstruir Acapulco? Como somos de lento aprendizaje, no entendemos que esto es de un humanismo superior. Una pregunta que viene del empático neoliberalismo, tan apegado a lo social. Digo, para qué perdemos el tiempo en reparar Acapulco, qué nos importa dejar al garete a miles de seres humanos que se pueden quedar olvidados, con el fin muy conmovedor de que se los acabe de chupar la bruja y cargar el payaso.
Algo que solo puede ser comparado con Xóchitl Gálvez bailando con poco sentido del ritmo el baile de los viejitos. O con las encuestas que ponen a mil puntos de distancia a Harfuch, cuando en realidad en las encuestas, que no publican los medios corporativos, está en empate técnico con Clara Brugada. O sea, un policía no le puede ganar a las utopías.
Como quiera que sea, mi Leo estableció en Tercer Grado que no tiene sentido salvar algo que ya estaba podrido, una zona donde solamente va el turismo chilango, ¡qué asco! Ya sabemos que los chilangos todo lo acorrientan. Ante tamaño sentido justiciero, no dudo que Suckerman piensa como el gobierno israelí, mejor mandar una bomba atómica y dejarnos de perder el tiempo. Y quizás más adelante, cuando haya disipado la radiación, construir con el Cártel Inmobiliario de Xóchitl y del PAN hoteles de alto nivel, para que nunca nadie vuelva a tristear en Caleta-Caletilla.
Esta maravilla de la solidaridad se refuerza con la voz de personajes como Adela Micha, que nada más está esperando la muerte de algún famoso o de Playa Hornos para inmediatamente treparse en el tren del meme. Claro, todo desde la idea de que cómo es posible que se pretenda que los recursos de los fideicomisos de la Tremenda Corte sean utilizados para apoyar a las personas a las que se les atravesó un huracán categoría 5 en la vida.
Algo que reforzó Gil Zuarth, un personaje opaco y gris que, en representación de Calderón, dijo encolerizado que entregarle los fideicomisos a las víctimas de Otis es en realidad que AMLO se quiere “chingar” a la Tremenda Corte.
Son los que defienden que haya bancos que cobren 5% a los apoyos a los acapulqueños.
No sé si reír o reír.