Dicen las malas lenguas que en cuanto supo que el Partido Popular y Vox habían ganado en España, Jelipillo Calderón se fue al Valle de los caídos a dar vueltas como loco vestido de Manolete. A Margarita, dicen, también la vieron celebrando en la Glorieta de la Cibeles con el mismo ahínco que la fanaticada de los Tigres en la Macroplaza de Monterrey, pues ya se veía ataviada de Manola elegante para saludar al franquismo.
El sueño dorado de volver trendy la onda medieval, el vintage oscurantista, las pasiones retrofuturistas del pensamiento inquisitorial, esa gran plataforma de las nostalgias krauzistas por la Dictadura perfecta. Un ideal que en México se vio materializado en los sillazos entre perredistas y priistas (y mapaches que los acompañan) en el cierre de campaña de Alejandra del Moral que ya ha demostrado que es un mucho amoral (según las encuestas de Claudio XXX, su campeona ya ganó la Champions, la final de la NBA y el certamen de la Flor más bella del ejido); además del bonito momento en que los autodenominados Chalecos México (usurpadores, dice el maese Alejandro Páez Varela, de los Chalecos amarillos de Francia que se han enfrentado a Macron) como lo han reconocido en una misiva, a quitar a quienes protestaban en contra de los ministros de la Tremenda Corte donde se llevan a cabo los “Monólogos de la rapiña”. Los enchalecados dicen que fue de manera pacífica, aunque las imágenes revelan que eran pocos, pero rabiosos y rijosos. Es que ya les urge el “golpe de Estado técnico” de los ministros que, cuentan las malas lenguas, ya quieren declarar inconstitucional a la maestra Delfina Gómez y ministra honoraria a Chayito Robles.
Quizá debido a todo este barullo, a su natural facilidad para el cantinflismo y, sin duda, contagiada por la serie de lapsus que suele tener su marido en materia de fake news, Margarita equivocó el nombre del candidato prianchuchista de Coahuila. En un texto donde se desvivía por elogiar a Manolo Jiménez (junto a él palidece Churchill) le cambió el nombre por Manolo Mejía, no se vale. Afortunadamente para ella, la esposa del candidato del Partido del Trabajo, salió a reguetonear al estilo Sandra Cuevas mientras Mejía Berdeja echaba el bofe, llevándose la cobertura noticiosa.
Los calderones sueñan con que en México gane la ultraderecha como en España, para que regrese la narcoguerra, las estafas de luz, las refinerías inexistentes, más y mejores García Luna Productions, pero monárquicos.