Es muy entretenido de ver que los chuchitos en fuga del PRD buscan desesperadamente agarrar aunque sea un mendrugo político, primero para seguir medrando como acostumbran, y luego para que autodenominados como la “verdadera izquierda” meterse a la brava a un nuevo proyecto partidista derechoso para ahora sí acabar con la dictadura mascuspánica. Eso está bonito, abrazar de manera casi ecuménica una ideología de izquierda (avalada por gente tan de izquierda como Claudio XXX, Alitititito Moreno, Markitititititito Cortés, Castañeda y el Saco de pus, por ejemplo), y al mismo tiempo acariciar la noble idea de que el neoliberalismo salinista regrese para quedarse de una vez para siempre.
Ahí tienes al Insitituo Chuchístico de Verano tratando de treparse al tren del mame y del meme de un nuevo partido basado en la Marea sosa. Todo mientras escurren el bulto sobre su responsabilidad en la desaparición del Sol Azteca. Todos son culpables menos Zambrano, Ortega, Navarrete y Acosta Guadajo: las elecciones de estado, los zombis morenacos, comunistas-socialistas que quieren acabar con quienes tienen la muy humanista intención de reproducir la explotación del hombre por el hombre. Esta izquierda parece más derechueca que el cártel Inmobiliario del PAN.
En honor a la verdad, el ideal de una derecha renovada no está nada mal, pero construirla en el mismo lugar y con la misma gente como Xóchitl y todo el xochilverso es como otorgarle la responsabilidad de una cantina a Jelipillo Calderón, que le quiere arrebatar a Verástegui el título de el Milei mexicano.
O sea, aunque la verdadera derecha se tarde un poco más —se los digo como una amable sugerencia— tendrían que deshacerse de sus líderes actuales, que ya se vio que no sirvieron para nada, y empezar de cero. Sobre todo con sus líderes intelecuáles que nomás los engañaron, que les hicieron creer que sus sesudas reflexiones, basadas en fantasías desanimadas de ayer y hoy, sería fatal. Cómo voy a creer que los derechairos le van a hacer caso a personajes como Denise Dresser, Krauze, Rivapayaso, Sarmiento, Ferriz, Chumel y tantos vivales más, que demostraron no solo su falta de inteligencia, valores éticos y capacidades para la interpretación de la realidad, sino que siguen aferrados al encono y la negación más patibularia. No puede ser que antes de hacer el mínimo ejercicio autocrítico, sigan con el mismo discurso bañado de soberbia, clasismo, misoginia y ardidez ultraderechosa.
Amiguis, dense cuenta.