No está mal desviar algunos millones de pesos para apuntalar la campaña del PRIcámbrico temprano como hizo el buen Carlos Robero Deschamps en lo que se denominó el Pemexgate, pero hacerlo para apoyar la candidatura de Francisco Labastida Ochoa fue uno de los peores negocios que hayan hecho en la historia del pragmatismo electorero nacional. Y sin duda, uno de los grandes antecedentes que sirvieron de inspiración para quienes tuvieron la peregrina idea de invertir recursos, muchos de ellos de dudosa procedencia vía estafas maestras y el milagro de la reproducción de los moches, para que el dotor Mit y Ricky Anaya a pesar de sus muy notables incapacidades y nulo carisma, aspiraran inútilmente a la investidura presidencial. Un efecto nocivo que, por falta de una educación sólida y dejarse llevar por el puro rencor, ha repetido Claudio X González en su lucha contra el dictador de Macuspana, que se compró esos nitroenajenados políticos que es el TUMOR, la “Eh, la BOA”, Six por México y el PRIANRD. Lo están timando y no se da cuenta, no puede ser.
Ya lo he dicho en esta columna que tiene algo de cruz y del Pantera, por qué te empeñas en contratar a los mismos que ya demostraron su falta de talento y atractivo para atraer votantes. Los patearon en el 2018 y todo indica que el 2021 será una repetición por cámara phantom que se podrá ver, como siempre, en Youporn.
Ya lo de sacar de su sarcófago al subjefe Diego como si fuera Mumm-Ra sí fue de antología.
O sea, cómo estará la cosa que Joe Biden prefiere hacérsela de tox a Putin y a Corea del norte para demostrar que no es muy distinto a Donald Trump, que hacerle caso a Krauze e invadir México para acabar con el comunismo primitivo, chale. Ya solo le falta irse a la OEA a exigirle al aguado del Guaidó de Almagro que vaya a rescatar a la nada pinochetista Jeanine Áñez, ejemplo de demócrata que sabe que no hay que llegar primero sino hay que saber golpear y a la que debe considerar como la Gertrudis Bocanegra de Bolivia.
Como quiera que sea, en vez de estarnos peleando con Canadá para que Trudeau obligue a las mineras nada depredadoras a que paguen impuestos, mejor habría que obligar a Robero Deschamps –a menos que quiera acabar en una celda junto a su carnal, Juan Collado– a que devuelva las cuotas sindicales que de seguro se le quedaron olvidadas en su Ferrari y que en vez de irse de vacaciones a Dubái que se vaya a Tepetongo a tepetonguear.
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@jairocalixto