Regularmente se le hace mucho caso a personajes estrambóticos, ridículos intimistas, melodramáticos y muy dados al humor involuntario. Ahí están los casos de la vida real de Sandra Cuevas (ahora quiso desprestigiar a Barbie vestida de pastel quinceañero, no se vale), la señora del huipil blanquiazul que se auto atenta todos los días, más mi Claudito XXX que hizo del PRIANChuterciopana. No podemos olvidar a Kinky Téllez, quien regresará como Terminator a darle su merecido a quienes usurparon su lugar.
Espectáculo barato de vodevil que le quita espacio mediático a personajes como Clara Brugada, que le ha dado una vuelta o dos o tres a la imagen cuajada de prejuicios de Iztapalapa. En un recorrido por lo que se ha dado en llamar las Utopías (Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social), espacios de desarrollo familiar, deportivo, cultural, de recreación, de construcción de nuevas formas de políticas públicas, ante la mezquindad mediática, no han sido contadas, relatadas, reflejadas y compartidas con el mayor público posible. Distribuidas en todo el territorio de Iztapalapa, estas Utopías tienen sin mayores presupuestos —quizá ni lo que vale uno de los edificios chuecos del Cártel inmobiliario del PAN o de Xóchitl— la misión de albergar a la población de Iztapalapa más olvidada, marginada, menospreciada, para que pueda acceder al deporte, la relajación, el ocio activo y el desarrollo físico y mental, a un costo que no alcanza ni con mucho el precio de la estafa de luz y mucho menos de la Estafa maestra. Un proyecto superior, alucinante, y de profundo mejoramiento de la vida de las comunidades, que tendría que ser objeto de reconocimiento por los adversarios políticos. Verdaderas maravillas, que de raíz combaten la inseguridad, el desempleo, la depresión y el olvido.
Ojalá los agoreros del desastre, los Paleros de Alazraki y de Salinas, los Rivapagliacci que ven complós, pero negaron los verdaderos complós de Salinas y el subjefe Diego, dejen sus zonas de confort y vayan a darse una quemada a las Utopías. Sin alharacas represivas, autoritarias, de una incultura superior y un devaneo con la superficialidad como ha sido el caso de Sandra Cuevas en Cuauhtémoc, y los panistas de Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Coyoacán, estas Utopías revelan una propuesta y se alejan de los lugares comunes de la histeria de los ultraconservas en almíbar.
¡De Iztapalapa para el mundo!