Quién iba decir que Sandra Cuevas iba a ser más congruente y sensata de creer que Denise Dresser. Mientras la señora de los osos se negó a irse a Morena con su novio Rubalcava (si se iba a ver muy gacho que después de haber insultado, atacado y dicho que se iba a madrear a Claudia Sheinbaum, de pronto saliera con que la iba a apoyar) la señora Dresser armó un escándalo en el aeropuerto pues a su gusto parecer y sentido Fifi de la vida, en Migración no la atendían como la Reina de Saba. La cuenta de Twitter del aeropuerto le hizo un recuento del tiempo para demostrar que la tardanza era normal, que no podían darle un servicio de niña mimada de la vida. Por supuesto, el escándalo fue tremendo porque Denise si sabe como armar escándalos, de hecho es lo que ha hecho a lo largo de su vida: se hizo la vístima y quedó como siempre un poquito en ridículo.
Algo que solo se puede comparar con otro especialista en escándalos Loret de Mola, haciendo su numerazo de Lord montajes. Alguien tendría que explicarle que sus berrinches ya no tienen ninguna efecto, que aburren demasiado, pues no se basan para nada en hechos reales. Solo a él se le ocurre decir que Harfuch había recibido una llamada intempestiva y que había tenido que salir del país por una emergencia, como si Loret hubiera sido el operador de Pegasus. Un show un poquito ridículo, en el mejor estilo de Riva Palacio, Sarmiento y varios más. Lo malo es que el propio Harfuch le aplicó una urracarana, dejándolo tieso sobre la lona, cuando le respondió que se había ido de vacaciones. Loret es un inventadazo.
Un soplamoco, como diría mi madre, como el que le metió mi querido Roberto Gómez Junco -el mejor comentarista futbolero- cuando al celebrar la inauguración del Tren maya, el Saco de pus, mejor conocido como Javier Lozano, lo quiso atacar a gritos y mentadas de madre. (Ese distinguido panista, antes de opinar, debería lavarse la boca con jabón del Tío Nacho). Roberto le respondió que él sí se subía al Tren Maya y al tren de la atraco en despoblado al que él pertenece.
Un ridículo del tamaño de Leo Suckerman de cuando se burlaba de que el presidente había dicho que se podía crecer más al 3%, y cuál no sería su sorpresa cuando el crecimiento de México bajo la Cuatroté será de 3.2 y hasta del 3.5 % según Moody’s y el FMI. Es lo malo de vivir en la burbuja del odio y del rencor neoliberal. Todo le sale más chueco que a Claudio xxx González, el fifilántropo de la vida nada galante.
