Lo bueno de los aeropuertos mexicanos es que siempre se puede vivir a plenitud una aventura del realismo mágico-fársico-cómico-trágico-musical. Cuando no retrasan tus vuelos o terminas aterrizando en el Triángulo de las Bermudas, te pierden el equipaje o, ya en el peor de los casos, te llenan las maletas de cocaína para que tu experiencia sea todavía más complicada que la de quienes aspiran a la presidencia del PRicámbrico temprano. Ahí sí solo veo dos posibilidades que no son ni don Beltrone (que no hace juego con la decoración estilo Luis XV de Los Pinos, aunque al momento de escribir estas líneas no había certeza jurídica sobre su destino) ni Aurelio Nuño (pobre, para poder llegar a sus oficinas van a tenerle que dar un GPS, pues dicen que no ha llegado más allá de los límites de Santa Fe): o el Piojo Herrera para controlar a todo el Bronx priista que está harto de dedazos, albazos y periodicazos, o Giobrandy Dos Santos, que ante cualquier señalamiento o cuestionamiento responde “Yo a mis críticos los bendigo”.
Esto también puede servir en el PRD donde de plano parece que solo con la ayuda de los extraterrestres podrán salir adelante. Sobre todo cuando Navarrete Navarretín no parece muy dispuesto a dejar la presidencia del partido en nombre del chuchismo poco ilustrado. Afortunadamente las tribus no están dispuestas a sufrir más humillaciones electorales y plantean ya la idea de buscar otros derroteros. Digo, si Mancera se está desmarcando de Peña Nieto luego de servirle de tapete, no es ilógico que las fuerzas vivas del Sol azteca busquen independizarse de los jesuses que los tienen en lo más oscuro de la ignominia.
Y es que a los chuchos hay que ponerles un candado estilo Mariah Carey. De la misma manera en que ella solo tiene sexo los lunes, ellos solo podrán irse a lo oscurito con Osorio Chong una vez al mes.
Pero como quiera que sea, hay que envidiar al joven Oscar Montes de Oca, quien de pronto se vio convertido en un temible secuaz del Chapo Guzmán cuando las autoridades aeroportuarias lo acusaron de ser dueño de un equipaje repleto no de yerba mala sino de polvo para los pericazos. Bueno, nada más faltó que los representantes del largo brazo de la ley lo acusaran de ser el perpetrador de los homicidios de la Narvarte o de ser aficionado a los procesos de horadación que desembocan en narcotúneles.
Eso es lo bonito; tener experiencias no solo para que el muchacho aprenda a valorar esta tierra de dicha y placer, sino también para tener algo qué contarle a los nietos.
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