Se entiende que, ante la falta de éxito en la vida y en las elecciones, el sector opositors se resguarde en cualquier mendrugo de supuesto éxito para paliar la baja autoestima. Así vimos a nuestros más acabados y reconocidos especialistas en materia financiera que, ante la especulación que vivía el peso mexicano frente al dólar, prácticamente se pusieron a hacer ritos satánicos para celebrar el principio del fin de la dictadura macuspánica. O sea, los Mota, los padrecitos del análisis inferior y varios más, ya estaban alzando su copa para brindar por el dólar. No les importó que la subida del dólar estuviera supeditada a los delirios del mercado, a las ambiciones chafas de los capitales golondrinos y aún así elevar sus plegarias sobre advenimiento de una catástrofe financiera de tintes prácticamente bíblicos.
Muy rápidamente les cayó el quitarrisas y el peso comenzó a ganar espacios, a imponerse como ha ocurrido en los últimos años desde la llegada de López Obrador. Una cosa muy triste de ver a estos personajes que, con tanta delectación y regodeo, otra vez se enfrentaban al fracaso. Si yo fuera un inversionista, le perdería totalmente la confianza a estos analistas rabiosamente derechosos de El Financiero o El Economista, pues la realidad y los números siempre los dejan dándose de topes como El Gordo y el Flaco. Hace un año decían Perriz y Becario Schettino que después de una sesuda reflexión, aseguraban que el dólar estaría a 25 varos, que huirían los capitales… pobres tontos, nada ingenuos y chumelizados charlatanes, cantaría José José. Es lo malo de informarse en Latinus-Ladillus, hoy defendidos por Adela Micha haciendo la voz de Alazraki, chale.
A ese nivel o menos, está la señora Xóchitl que, en sus arrebatos de mala perdedora, acusa de violencia política de género al Presidente. O sea, debería de denunciarse a sí misma, pues si alguien se pasó de lanza en su misoginia y su machismo fue ella en contra de la virtual Presidenta.
Ahora mismo el peso rebasa la barrera psicológica de los 18 pesos por dólar. ¿A qué se deberá esto, más allá de las historias demenciales de los fanáticos xochilistas que, como Loret y Chumel, llamaban a comprar dólares? no se rían. Quizá se deba a que hay certidumbre en los mercados, inversión extranjera, desarrollo de obra pública y los empresarios entienden que las inversiones con una perspectiva social contribuyen al desarrollo económico.
Parece que la venezolanización no está tan mal, ¿eh?