Cuando se diseminó la noticia de que había pasado por México un meteorito, luego luego pensé que en realidad se trataba de Calderón en un cohete de Elon Musk en uno más de sus ejercicios de turismo de despilfarro y autocomplacencia como el de Kathy Perry.
China lo hizo de nuevo. No solo dejó en visto a Donald Trump que casi tuvo que poner aranceles del 100% para llamar la atención de Xi Jinping que, en vez de tomarlo en serio, le dio rienda suelta a una campaña mediática para explicar con todo comedimiento que las grandes marcas de lujo que tanto presumen glamour y exclusividad en realidad están hechas en China. Sin piedad alguna, le arrebató al capitalismo salvaje uno de sus grandes bastiones: los símbolos de status, poniendo en jaque a sus consumidores no solo por haber reducido al nivel más bajo su capacidad de presumir y exaltar su clasismo. Tan así que el whitexicanismo enanoburgués se cansó de subir videos para tratar de negarlo todo, alegando que la etiqueta “Made in China” no existe que son los papás, que todo esto es un compló maoísta para menguar las maravillas de los privilegios del poder adquisitivo. Me dicen que la llamada #LadyChanel estaba colgada de la lámpara.
Pobre Trump, le dieron una lección de principio de realidad y ahora todo el mundo sabe que él no es el más poderoso y que hace mucho que dejó de ser un Amo del universo. Y no solo eso, gracias a sus guangas estrategias que parecen sacadas de la mente extraviada de un ludópata, China ha dejado de ser solo un proveedor de mano de obra barata para convertirse en una potencia mundial muy respetable. Algo que desde el comité central de Partido Comunista Chino se encargaron de propagar con el apoyo de varias oleadas de influencers internacionales. Solo los MAGA más zombificados se atreverían a negar lo que es evidente.
De hecho, Tim Cook, el CEO de Apple –empresa a la que no vamos a acusar de comunista—ya había explicado que no se mandaban a hacer los iPhones por la mano de obra barata, sino por sus indudables avances tecnológicos y la capacidad de sus ingenieros y trabajadores.
Trump está viendo y no ve. Y menos por tener tanto aplaudidor ruidoso como Milei, Bukele y el ecuatoriano Bukele2 que se siente el muy muy por sus elecciones derechuecas que parecen organizadas por mi Tatankita Córdova. Curioso que la democrática Opo, no ha cuestionado Noboa.
Lo bueno es que la presidenta Sheinbaum se cobró a lo chino y le aplicó el “¡Toma chango tu Noboa!”.