Montserrat será la invitada más joven en el segundo festival Asombrarte, que reunirá a más de 70 participantes, número que rebasa el doble del año pasado; todos con discapacidad visual, entre bailarinas, cantantes, fotógrafos, músicos y artistas plásticos, como la propia Montse, una chica de voz suave y segura, un tanto lacónica, que no duda en responder preguntas sin que en ella asome alguna pizca de autocompasión, sino como algo normal.

Llegas a su domicilio, alcaldía Álvaro Obregón, al final de una empinada y angosta calle; Montse abre la puerta e invita a subir las escaleras hasta el primer piso, directo a su estudio, un pequeño espacio contiguo a la sala principal, donde espera su abuela, y muestra parte de su obra mientras detalla con capacidad excepcional, aunque a ella le parezca normal.
Más tarde arribaría su madre, que fue de compras, y enseguida Angélica Lenz —fundadora y directora del festival Asombrarte—, también con discapacidad visual. Angélica es una mujer con varias profesiones, entre ellas la de Tanatología, que abarca un conjunto de conocimientos relacionado con la muerte, sus causas y sus fenómenos.

Angélica anda muy atareada, pues se aproxima el festival, a pesar de tener meses en su organización, y es que ahora no será en un espacio al aire libre, sino cerrado, y no en cualquier lugar, sino en uno muy significativo: La Biblioteca José Vasconcelos, que tiene capacidad para cientos de personas, pues ahora vendrán de otras partes del continente americano.
—¿Y cuál es el objetivo de Asombrarte?
Angélica apacible en su respuesta:
—Asombrarte es un espacio artístico-cultural en el que queremos visibilizar todo el talento de las personas con discapacidad visual y el aporte que hacemos a la sociedad. Nuestro objetivo es muy claro: romper barreras, promover una inclusión real, abrir oportunidades y también el construir juntos una sociedad mucho más consciente y más humana.

—¿Qué opinas de lo que hace Montse.
—Me encanta, me encanta; Montse es una inspiración. Estoy muy contenta y muy orgullosa de contar con ella como expositora y junto con ella van a encontrar muchos otros talentos impresionantes.
—¿Y quién es Montse?—se le pregunta a Montserrat Méndez Altamirano.
Montse esboza una sonrisa reposada.
—Es una joven artista con discapacidad visual —contesta Montse— que intenta superar obstáculos y hacer entenderle al mundo que no por tener una discapacidad estoy limitada a hacer lo que yo quiera.

Y lo demuestra con hechos, porque Montserrat estudia Lengua de señas mexicana para intérpretes, así como artes plásticas.
A los dos planteles asiste sola, nada más con su bastón y sus útiles; siempre al pendiente de ella, desde luego, sus padres y su abuela.
Montse aclara que no se considera un ejemplo, sino que es “como cualquier persona”; simplemente le gusta esforzarse, comenta, mientras sonríe y habla de lo que le gusta practicar:
—Me gusta mucho la pintura, la escultura, la cartonería y la cerámica.
Y ahí, en su pequeño estudio, están los ejemplos de lo que hace, entre los que resalta el avance la pieza con la que participará.
—¿Qué técnicas usas para la pintura?
—Por capas, y me gustan mucho las técnicas del óleo y el acrílico.
—¿Si no percibes los colores, qué haces
—Sí percibo los colores, pero no son la tonalidad real de los colores que las demás personas ven.

Ahora mismo en su escuela, el Centro Universitario Cultural, hay una exposición de sus cuadros, explica Montse, quien además tiene una actividad con la que hace negocio: Fotobotones.
—¿Y eso cómo fue, cómo estuvo, cómo es?
Montse escucha la pregunta y comienza a buscar el material en una mesita; sus manos palpan la madera y encuentra un pequeño aparato metálico que sirve para troquelar el material.
—Por el afán de las personas que no sabían lo qué es la baja visión o no sabían distinguir. Era como para poner un distintivo de decir: “Tengo baja visión”. O como decir: “toma tu espacio, deja avanzar con mi bastón”. Entonces empecé a buscar una manera de comunicar y encontré los fotobotones para poder visibilizar más la condición de la baja visión.

—Ya te piden, incluso, para comercializarlos.
—Sí, de diferentes marcas me hablan.
—Tú vas a participar por primera vez en el Festival…
—…Asombrarte– se adelanta.
—Asombrarte, sí, qué te parece.
—Estoy muy emocionada, y muchas gracias a la maestra Angélica Lenz por la oportunidad y porque creyó en mí.
Es la segunda edición de Asombrarte, el festival creado por un grupo de personas con discapacidad visual, encabezadas por Angélica Lenz, que se llevará a cabo los primeros días de octubre próximo, en la Biblioteca José Vasconcelos, colonia Buenavista; un evento único en Latinoamérica, ahora con de 70 artistas, más del doble que el año pasado, cuando nació lo que tiene como lema… “El arte sin límites”.
