El cine de autor –de acuerdo a los especialistas—“se gestó en Francia a finales de los años cincuenta y se hizo explícito en el Festival de Cannes 1959 con la película Los 400 golpes, de François Truffaut. Nació así la nouvelle vague, corriente artística que anteponía la libertad del director a los intereses de las grandes empresas productoras”.
Este concepto viene a mi cabeza luego de ver Dos para el camino, un montaje de la compañía Los tristes tigres, al frente de la cual se encuentra Adrián Vázquez desde su fundación hace ya casi dos décadas.
En el cine de autor –siempre en concordancia con los mismos expertos—es reconocible un estilo, una forma de contar, una temática constante, y aunque las películas no sean iguales, hay muchos rasgos que las hermanan… y que evidencian la mano del mismo creador.
Y eso es lo que veo en Dos para el camino, original del dramaturgo César de María --uno de los autores clave del teatro peruano contemporáneo, autor entre otras obras de ¡A ver, un aplauso!, Superpopper, Laberinto de Monstruos y Kamikaze--, que al ser adaptada y dirigida por Adrián Vázquez se transforma y uno la reconoce inmediatamente como un montaje de Los tristes tigres.
Por principio no se trata ni de una dramaturgia ni de un montaje tradicional, sino de un texto y una puesta en escena absolutamente “deconstruidos”, que se van armando ante los ojos, y con el cerebro, corazón, ayuda y responsabilidad del espectador.
Y es que si bien lo que sucede en el escenario es igual para todo el público, cada persona lo “lee” desde su propia experiencia, vivencia, estado de ánimo y de ese mensaje “deconstruido” va armando o construyendo su propio relato.
Dos para el camino es una historia compleja, tanto por el texto como por el montaje, y que mantiene a todos los espectadores con las antenas prendidas al 200 por ciento, para seguir lo que está sucediendo. No es que sea difícil, sino que puede tener, y tiene, muchas aristas para múltiples interpretaciones.
Dos para el camino es una puesta en escena que pega en el cerebro, en el corazón, el estómago… ¡por decir lo menos!
Como bien se explica en su información a prensa: “Las encrucijadas del destino suelen ser difíciles de entender, a veces impera la locura o el dolor, el fracaso, la violencia o el amor, pero siempre, aunque sea un instante, se halla una oportunidad para reconstruirse a partir de cada vivencia y junta a unos con otros para salvarse.
“En este trayecto se busca a alguien con quien compartir lo bueno y lo malo, pero los fantasmas del pasado ensombrecen la búsqueda. En Dos para el camino, seis personajes diferentes, en cuatro monólogos dramáticos y un dialogo devastador, enfrentan su soledad y su incapacidad de seguir el camino de vida sin su complemento, sin su otra mitad; sin ese ser que le da sentido a su existencia.
“Amantes, esposos, amigos o hermanos gemelos, todos desfilan en el escenario y fallan sucesivamente en descubrir al compañero vital”.
Al sube y baja de emociones y el rompecabezas de historias, hay que sumar el vertiginoso montaje que tiene a los personajes-actores todo el tiempo al borde del peligro, y materialmente desnudos frente al espectador para que los juzgue-entienda a plenitud.
Gran trabajo de los seis actores que integran el reparto. A mí me tocó ver a Fátima Favela, María Antonieta Hidalgo, Carlos Patrick Casanova y Omar Sorroza. Los otros dos son Daniela Porras y Aldo Bringas.
Bravo a Los tristes tigres y una vez más a Adrián Vázquez, quienes hacen lo que hoy podríamos considerar, sin duda, como “teatro de autor”.
Dos para el camino se presenta los miércoles de abril a las 20:30 horas, en el Foro Shakespeare, en Zamora 7, colonia Condesa, a una cuadra de Metro Chapultepec.