En el año 2002, durante la quinta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas decidieron, por fin, poner fin a la contaminación por plástico, iniciando de inmediato la negociación para lograr un acuerdo vinculante para todos los países a más tardar en el año 2024. En días pasados el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dio a conocer el informe “Cerrar la llave. Cómo el mundo puede acabar con la contaminación plástica y crear una economía circular”, el cual nos da una primera aproximación de lo que será el contenido de ese acuerdo vinculante y por ende obligatorio para todos los países miembros de la ONU.
El informe establece los elementos clave de la transformación necesaria del mercado: repensar y rediseñar los productos; reutilizar, reciclar, reorientar y diversificar los mercados; y abordar la demanda de plásticos duraderos. Los informes también examinan cómo gestionar el legado de la contaminación plástica que ya está en el medio ambiente, y definen los cambios políticos y legislativos que pueden impulsar la transformación.
Parece sencillo, pero también se reconoce que no se podrá tener solucionado este problema en su totalidad antes del año 2040, ya que no es un problema menor. Veamos las cifras actualizadas que nos da el informe de la OCDE. El consumo de plástico se cuadruplicó en los últimos 30 años, impulsado por el crecimiento de los mercados emergentes. La producción mundial de plástico se duplicó de 2000 a 2019 y ascendió a 460 millones de toneladas. La generación global de residuos plásticos se duplicó con creces entre 2000 y 2019 y sumó 353 millones de toneladas. Casi dos tercios de estos residuos provienen de plástico con una vida útil inferior a cinco años, 40% del cual se deriva de envases, 12% de bienes de consumo y 11% de prendas de vestir y textiles.
Solo el 9% de los residuos plásticos se recicla (si bien el 15% se recoge para su reciclaje, el 40% de este se elimina como residuo). Otro 19% se incinera, el 50% se usa como relleno sanitario y el 22% elude los sistemas de gestión de residuos y va a parar a rellenos sanitarios no controlados, se quema en fosas abiertas o acaba en entornos terrestres o acuáticos, especialmente en los países más pobres.
En 2019, 6.1 millones de toneladas (Mt) de residuos plásticos se filtraron en los medios acuáticos y 1.7 Mt fluyeron hacia los océanos. Se calcula que en la actualidad hay 30 Mt de residuos plásticos en los mares y océanos, y otros 109 Mt se han acumulado en los ríos. La acumulación de plástico en los ríos implica que las filtraciones hacia los océanos continuarán durante décadas, incluso si se lograra reducir significativamente los residuos plásticos mal gestionados.
Los próximos tres a cinco años presentan una ventana crítica para la acción para poner al mundo en el camino hacia la implementación del escenario de cambio de sistemas para 2040. Si se tarda más en aplicar estas mismas soluciones, el modelo utilizado en el informe señala que 80 millones de toneladas métricas adicionales de contaminación plástica entrarán en el medio ambiente.
Solo un cambio integrado y sistémico de una economía lineal a una circular puede mantener los plásticos fuera de nuestros ecosistemas y cuerpos, y en la economía, pero también concluye la transformación proporcionaría grandes ganancias económicas y sociales, además de los ahorros de los gobiernos y del sector privado ahorrarían dinero y se crearían cientos de miles de nuevos puestos de trabajo, contribuyendo al alivio de la pobreza y a una transición justa para los trabajadores.
Dentro de las soluciones propuestas se centran en: acelerar la reutilización de los plásticos, alineando la regulación de los flujos de productos químicos, materiales y residuos para su reutilización; alinear los incentivos de diseño con la economía del reciclaje: diseñar para reciclar, garantizar la ampliación de la recolección, clasificación y reciclaje seguro y justo de productos de plástico; reorientar y diversificar el mercado de alternativas de plástico sostenibles y seguras; abordar la demanda de productos de plástico duraderos; prevenir los microplásticos en su origen; Identificar o construir instalaciones seguras de eliminación de residuos; eliminar las exportaciones de residuos plásticos, excepto en situaciones específicas; lidiar con la contaminación existente; aprobar cambios legislativos incluyendo impuestos; establecer un sistema global de supervisión y presentación de informes.
Concluye el informe que la evidencia es clara y convincente: los responsables políticos y los gobiernos, los líderes de la industria y los privados y las partes interesadas de todo el mundo tienen en sus manos la oportunidad más significativa de cerrar la llave y resolver la contaminación por plástico. Ahora toca, en nuestro país, actuar a los gobiernos federal, estatal y municipal al respecto y a nosotros como consumidores, rechacemos ya comprar productos con plásticos de un solo uso.