El anterior era el grito de guerra de líderes de colonos que cada tres años, en el primer evento de un nuevo mandato gritaban al unísono, desgañitándose, que ahora sí y, no como el anterior, ya tenían un presidente municipal de a deveras y no de mentiritas como el que partía.
Ejemplos que figuraron por décadas en el Sur de Tamaulipas sobran para dar, prestar y repartir: Doña Paula Grande, del Moralillo, María de la Luz Puente, “La Pantera”, de Germinal; Leonardo Medina, “La Iguata”, de la Cárdenas González; Mario Rocha de la colonia Echevarría; Mario García de la Unidad Modelo y Facundo Calderón, de la Nuevo Tampico, etc. etc.
Y qué decir de los sindicatos, en donde sobresalían los albañiles de la CROC, o los carpinteros de la CTM, los alijadores del Gremio Unido, los petroleros, que de cualquier sección rendían su tributo con porras, tambores y maracas, con bailes, cantos y adulaciones a sus líderes como Joaquín Hernández, a Chava Barragán y más tarde a otros con comportamientos porriles, de esos llamados charros, que con descaro amasan fortunas.
Rendir falsas pleitesías tenía sus recompensas en variadas formas y presupuestos, ya que un líder se convertía en regidor con un sueldo de ensueño, prestaciones médicas privilegiadas, vales de despensa, gasolina, carro, viajes y la colocación en la nómina, ya sea trabajando o de aviadores, de amigos y familiares.
La mesa que mas aplauda, la mejor porra, la más numerosa, la que más se escuche en un evento inaugural en una visita del gobernador, del presidente del país o de un líder sindical nacional, daba para recibir ingresos extras, con camión para el traslado y la torta y el frutsi de rigor y el billete de 500 pesos.
Pero estas costumbres que aquí menciono como del pasado aún prevalecen y lo peor no es que existan, el colmo es que los gobernantes y dirigentes gremiales se creen que las fanfarrias se las merecen y esto, sin duda, es mentira.
Lo mejor sería verlos trabajar sin engaños, velando por los necesitados y cuidando con celo extremo los presupuestos públicos, llevándolos a obras y servicios y demás, evitando la corrupción y resolviendo la problemática de sus comunidades, sin pensar que son mejores que a quienes se deben.
