No, el enojo de la sociedad no es a razón de la polarización… pese a que es parte de ella.
El país está polarizado desde hace muchos años, menos que otras partes del mundo -como los Estados Unidos- pero la sociedad lleva ya década en una diatriba que se ha vuelto más compleja, más profunda.
¿En qué momento comenzó México a polarizarse? No lo sé, muchos consideran solo aspectos políticos para ello cuando en realidad tiene mucho más tiempo. Desde lo futbolístico o frívolo o hasta la desigualdad y las luchas sociales de los 60, la desatención del temblor del 85, el fraude electoral del 88 o hasta la guerra de televisoras.
Las sociedades no se polarizan fanáticamente nada más por un líder político, por más mesiánico o carismático que sea. Las diferencias profundas que tienen los mexicanos son del mismo tamaño que sus faros de unión. Cierto, la Virgen de Guadalupe, la bandera, el himno han sido, aun en nuestra era, factores de cohesión para todos. Otros, con el tiempo, perdieron lustre y su característica se modificó. Héroes patrios, figuras míticas, ídolos populares y hasta canciones terminaron por ser factores de división cuando, por décadas, eran amalgama segura.
Esas fisuras culturales terminan por forman una bola de nieve que habilita discursos donde retoman fortalezas y debilidades para beneficios de grupo o particulares. En ese nivel estamos hoy.
Donald Trump encontró como sustraer esa polarización en los Estados Unidos y crear un culto a su alrededor, sustrayendo el trabajo que Roger Ailes realizó en Fox News con la famosa ‘mayoría silenciosa’.
Aqui, el obradorato lo ha realizado de una forma magistral. Algunos dirán que el presidente López Obrador es quien polariza sin considerar que no es el único que sigue el camino y que, de hecho, algunos han logrado encontrar el camino para aumentar el encono para su beneficio.
Hombre acostumbrado a los chismes, AMLO juega y pone las piezas de la polarización a veces como parte de un plan claro de enemigos y adversarios y otras a partir del enojo fomentado por la gente a su alrededor.
Pero esa polarización que se vive en México tendría un remedio rápido a partir de la rendición de cuentas, aspecto donde los medios quedan a deber.
Esta semana, los conductores del programa estelar de opinión en Televisa fallaron en dos ocasiones. La primera, al realizar una entrevista tibia y complaciente. La segunda, en no entender la gravedad de la acción.
Claudia Sheinbaum es la puntera en las preferencias electorales. El logro no es fortuito pero tampoco es por mérito personal. A menos de una semana de que acaben las campañas, no hay una declaración, un mitin, un evento o anécdota que marque a la candidata. Al contrario, Sheinbaum ha sido mecánica, lacónica y fría en su acercamiento a lo que considera un trámite para llegar a la presidencia.
Su popularidad se basa más en la idea de los simpatizantes del obradorato de ser la elegida por el presidente. La percepción de cobijo le da una ventaja clara ante otros candidatos, pero eso también seria desmontado a partir de una sencilla acción de escrutinio público.
Una entrevista donde la candidata no pueda evadir preguntas incómodas de su acción de gobierno, donde no pueda cobijarse en la pedante demagogia sintética que ha desarrollado, un cuestionamiento real hacia la idea de un México dividido como razón de subsistencia de su movimiento sería suficiente para bajarla de las nubes aritméticas actuales.
México está dividido desde hace décadas, pero los mexicanos no quisieran seguir así. El gran error de la campaña de Xochitl Gálvez es no haber articulado un discurso aglutinador de fácil entendimiento, que convocara a familias a convivir sin división y con mayores certidumbres a las que propone Sheinbaum.
Eso es lo que faltó en la entrevista de Tercer Grado, menos complacencia y mayor compromiso a desnudar la demagogia que mantiene ventajas fatuas a partir de falsos diagnósticos de la sociedad.
Se perdió la oportunidad y, con ello, tal vez el último chance de que todos entendamos la importancia no del contrapeso, sino de la defensa democrática del país como lo conocemos.
Ya lo sabremos en semana y dos días y veremos si el camino de la polarización da las ganancias que esperan los negros heraldos de la división a cambio de ganancias políticas.