El gobierno que tenemos es uno que intenta, día a día, distraer a la población de sus ineficiencias en seguridad, salud, educación y movilidad social a partir de propaganda y espectáculo lubricado a partir del carisma y la evasión.
Es un gobierno que persigue a críticos con la utilización de todo tipo de herramientas de coerción, chantaje, presión y sometimiento. Todo, sin importar las leyes que se violen o las normas que se deban romper.
Es un gobierno que purifica a personajes públicos que podrían ser epitome de deshonestidad, corrupción y latrocinio, a los cuales sólo pide lealtad y operación política… nunca honestidad.
Se caracteriza por gustos musicales básicos, no por falta de cultura sino por ser aquellos que se convierten en la salida última a discusiones y temas donde terminarán embarrados.
Contrata plumas y personeros que ayuden a la propagación de su propaganda de manera burda y hasta vulgar, pero que se han convertido en el mejor escudo contra la rendición de cuentas y la confrontación con el cuarto poder.
Presiona y condena a los otros poderes de la Unión a partir de sus intereses particulares y utiliza para ello la legitimidad dada en las urnas no por sus políticas autoritarias, sino por su acertada política social y de atención… aunque para ello haya aumentado la deuda pública.
El gobierno que tenemos desprecia la especialización sobre la lealtad, el talento por encima de la lisonja, la preparación que se anteponga a la ideología, la claridad que nuble a la corrupción y, por supuesto, el mérito que este delante del nepotismo.
Repite y recicla cuadros pese a la falta de competitividad en los puestos, importa el reclutamiento por encima de todo y, claro, el premio a la lucha.
Utiliza figuras idiomáticas muy claras para subrayar su discurso. El clasismo, el racismo y el conservadurismo serán sus enemigos dentro de sus ponencias, pero serán utilizados cuantas veces sean necesarias en su trato a puerta cerradas.
Protege a familiares y parejas de los cuadros de poder. Las denuncias de corrupción no son obstáculo para ello ya que siempre saldrán de medios y personajes que son perseguidos desde la propaganda.
Es un gobierno que defiende los fraudes electorales hechos por gobiernos de izquierda bajo el precepto de no intervención pero, a la vez, señala y denota a gobiernos de una ideología distinta.
Utiliza a los migrantes como moneda de cambio dentro de la negociación con los Estados Unidos pero se lamenta cuando el gobierno de ese país utiliza a los narcotraficantes detenidos -o negociados- para impactar en la política doméstica.
El gobierno que tenemos hizo una serie de promesas que se quedaron en el oropel y en el aire caliente. Logró continuar en el poder por una enorme eficiencia en los programas asistenciales y una mejora en los niveles de vida de la población a partir de aumento al salario mínimo. Pero falló en campos amplios de los que acabará en 45 días.
Corrijo: en lo que terminará en 45 días en su primera etapa.
El gobierno que tenemos es el continuará por seis años más.