Política

Debatitis

Todos esperábamos un debate apasionado, lleno no de descalificaciones sino de defensas a ultranza de ideas, honores y trayectorias.

Cuando digo todos claro que está incluido el presidente.

Sin embargo, el programa de televisión presentado el domingo pasado fue un evento anticlimático que reveló ciertas cosas.

La más importante: la insatisfacción social. López Obrador captó entre la mañana del lunes y el martes que las preguntas reflejaban el país que tanto ha intentado ocultar a partir de la propaganda de las mañaneras y las plumas a sueldo del gobierno federal. Los cuestionamientos hechos a los candidatos -enviados al INE por la ciudadanía- no reflejan a un país más próspero, equitativo y con derechos. Al contrario, exhiben los fracasos en salud, educación y protección de grupos minoritarios.

Los candidatos fueron a esbozar planes superficiales, caros y hasta ilusorios para cada una de las asignaturas pendientes de esta administración, pero el presidente comprendió (tarde, pero lo hizo) que la insatisfacción nacional es presente. Más aun, que la candidata oficial no refutó con la fuerza necesaria esa percepción que reflejaban los moderadores hasta en el tono que realizaban las preguntas, con la certeza que dichos cuestionamientos se asentaban en lo que padecen los ciudadanos día a día.

En una de esas, el desliz vino de los objetivos de cada uno. Jorge Álvarez Máynez tenía una meta: ser reconocido. Obvio, usó todos los trucos en el sombrero -la sonrisa Colgate, el lenguaje de señas mal ejecutado, los ataques a ambas candidatas con especial énfasis en Gálvez- para que la sociedad sepa quién es y, como sucede en cada elección, jale votos de indecisos que no participarán en apoyar a Morena o el esperpento del Frente. Hoy, Máynez es más conocido de lo que era el domingo pasado, logró el cometido.

Xóchitl tenía otro objetivo y es difícil hoy medir si lo logró: crear la idea de que Claudia Sheinbaum, más que un títere del presidente, es una tapadera que no reflexionara sobre el daño de las políticas públicas actuales y futuras debido a su ambición. Todo por el poder, incluso dignidad y sentimientos, sería la premisa de la candidata del Frente que lo intentó de diversas formas sin que Sheinbaum cayera en la provocación.

Sin embargo, las evasiones fueran demasiadas para el gusto de López Obrador, sobre todo al evadir -en el paquete- las acusaciones de corrupción a sus hijos. Gustoso de dejarse llevar por chismes (así ha sido su vida política) el presidente escuchó en las primeras 24 horas de la semana voces que acusaron a la candidata de no defender no solo logros, sino cualidades personales de AMLO y sus secuaces, quienes vieron la oportunidad de humillar públicamente a la candidata con el poder de ser el consiglieri del tlatoani actual.

El problema es que abrieron un flanco innecesario a la puntera que, a su vez, pareciera no conectó con el círculo verde como hubieran esperado. Error garrafal no para el 2 de junio, sino para los primeros 365 días.

El enemigo de Claudia asecha..y está en Morena.


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Gonzalo Oliveros
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