El futuro llegó antes de tiempo y muchos no estaban preparados para recibirle. Las clases a distancia, el trabajo en casa y las compras en línea que conocimos como un guion futurista de alguna película o de la caricatura de “Los Supersónicos”, dejó de ser algo extraño para convertirse en el pan nuestro de todos los días. Sin embargo, vivíamos con la idea de que iba a ser algo temporal y que pronto todo regresaría a su curso “normal”. Creíamos que pronto nuestros hijos volverían a sentir la emoción del primer día de clases, de estrenar uniforme y mochila; y de preguntarse junto a quién le tocaría sentarse en el salón.
Pero ahora que se anunció que en definitiva el retorno a clases será completamente virtual, el panorama cambió por completo. A quienes somos padres nos preocupa qué tan bien preparados saldrán nuestros hijos, qué tanto podremos ayudarles si nosotros ya regresamos a nuestras actividades normales. Y para los profesores implica un reto y un esfuerzo mayúsculo en el que sabrán a qué hora arrancan su jornada, pero quizás no sepan a qué hora la concluyan esta, al tener que resolver dudas a distancia o preparar clases que resulten más atractivas.
Ese “futuro anticipado” llegó a demostrar lo mucho que aún nos hace falta por mejorar en materia tecnológica, pues incluso muchas escuelas privadas no dieron el ancho para llevar de manera eficiente sus clases en línea. Y si a eso se le suma la complicada situación económica de los padres de familia, se calcula que de los más de 6 mil escuelas privadas que hay en el Estado de México al menos mil 500 podrían cerrar, generando saturación en el sector público o deserción escolar.
El hecho de que 20 por ciento de la población estudiantil en nuestro país no tenga acceso a internet (según datos del Inegi), fue lo que orilló a la SEP a incluir la transmisión de contenidos educativos por las principales televisoras del país. Sin embargo, seguirá existiendo un rezago entre los que solo tomarán clases por esa vía, y los que además recibirán clases en línea con profesores.
En fin, hay mucho que aprender. Y el único camino es enfrentarlo juntos. Quien tiene posibilidad de donar una televisión o una tableta a quien no la tiene, quien puede abrir su garaje para prestar wifi a sus vecinos que no cuentan con internet, o quien puede asesorar a un niño que se quedó con una duda, son pequeñas acciones que tienen un gran valor en estos momentos. O a ti ¿qué te dice el espejo?