Política

¿Quién debe pedir perdón?

En días recientes de nueva cuenta, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a generar polémica internacional, al insistir mediante una carta dirigida al Papa Francisco, en la necesidad de que la Iglesia Católica pida perdón por los abusos cometidos durante la conquista española hace 500 años. Y aunque la polémica no era nueva, pues desde el año pasado el mandatario mexicano había hecho la misma petición a la Monarquía Española, en donde dijo que la intención no era mirar al pasado, sino buscar a partir del perdón una reconciliación histórica entre todos los pueblos de la tierra; este año el tema coincide con la celebración del 12 de octubre, lo que nos invita a la reflexión.

Las disculpas en sí nunca sobran y se agradecen, aunque tampoco hacen falta; sobre todo considerando que ya se ha realizado por parte de la iglesia en ocasiones anteriores: las hizo San Juan Pablo II en 1992, Benedicto XVI en 2007 y el Papa Francisco en 2015 y 2016, según aclaró la Conferencia del Episcopado Mexicano. Pero independientemente de eso, no hay disculpa que sane una herida que no está dispuesta a sanar, o cuando es uno mismo quien se flagela a diario. Ya bien lo decía el nobel de literatura Octavio Paz: “La historia de México es la del hombre que busca su filiación, su origen” (de su obra maestra “El Laberinto de la Soledad”), en dónde nuestro sentimiento de inferioridad, la sensación de sentirnos solos, es por no haber podido integrar de forma correcta nuestro doble origen: indígena y español.

Nosotros somos el resultado de este encuentro de dos mundos, al que también conocemos como “el día de la Raza”. Y como hijos de dos razas distintas, unos nacimos con la piel de un color y otros del tono contrario. Pero eso no quita que somos hijos de los mismos padres y que somos hermanos. Y sin embargo y hasta el cansancio, hemos vivido haciendo distinciones, creyendo que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

La conquista le quitó al indígena su lengua, religión, propiedades y muchas de sus costumbres. Pero sin lugar a dudas, también sembró las bases de lo que ahora somos y de lo que deberíamos de amar ser: nuestra identidad como mexicanos. Si nosotros seguimos haciendo distinciones en lugar de ser “uno sólo” como mexicanos, no habrá disculpa que sirva ni sane las heridas que aquel 12 de octubre de 1492 desató.

Hasta que no nos sintamos orgullosos de nosotros mismos, cada uno con su tono de piel, su forma de hablar o vestir, su ideología, pero todos merecedores de una vida digna y feliz, todos mexicanos; no habrá discurso que sane las heridas históricas. Así que el gran reto es para nosotros mismos. El reto es combatir las brechas sociales que nos hemos empecinado en construir, de tal manera que no estaría mal comenzar pidiéndonos perdón entre nosotros mismos. O a ti ¿qué te dice el espejo?

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Gina Serrano
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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