Política

Un fiscal en apuros

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Gil no da crédito y cobranza. Dice el Presidente que ha sido espiado durante mucho tiempo, pero que ha contado con la protección del pueblo. No se diga más. En algún momento añadió que “la mujer es sublime”. Eso que ni qué. Esto ocurría en Palacio Nacional mientras circulaba la noticia escandalosa de los millones que el fiscal Gertz Manero trianguló desde la Universidad de las Américas cuando fue rector de esa institución. Le viene de atrás la cosa (no empiecen, esto es serio).

Gilga lo leyó en su periódico El Universal en una nota de Diana Lastiri: cuentas bancarias de la UDLA fueron utilizadas para beneficiar a su ex rector del campus de la Ciudad de México y sus familiares con transferencias en México y el extranjero hasta por 150 millones de pesos. “Se trata de un informe de la Unidad de Investigación Financiera sobre las finanzas de Gertz y su círculo cercano.” Madre de Dios, Gil abrió los ojos de plato y plata, veamos si la lectora y el lector hacen lo mismo con estas cifras: “940 mil dólares a favor de su hija Mercedes Gertz, la compra que hizo la universidad de un inmueble en California que quedó a su nombre (el de Gertz no el de Gamés), otro inmueble en Manhattan a su nombre”. Un avión, cantidades millonarias en un paraíso fiscal y otros momentos de austeridad incontrovertible. El fiscal está en problemas. Lo único que no entiende Gamés es por qué no ha renunciado de manera fulminante.

Si el fiscal está en problemas, el Presidente tiene mil problemas derivados de la casa de Houston, la denuncia contra Julio Scherer Ibarra, y ahora la presión sobre un ministro para intervenir en una resolución de la Suprema Corte de Justicia.  Agregue usted la exhibición de supuestos pero múltiples actos de corrupción del fiscal. Dios de bondad.

Gil sudó frío: el gobierno cuyo emblema ha sido la austeridad y el combate a la corrupción se ha desmadejado y convertido en una verdadera kermés de dinerales que van y vienen sin justificación alguna, un relajo de lujos y, desde luego, una desgracia. El corazón simple de Gilga pregunta al viento: ¿puede un gobierno salir adelante de estos escándalos sin un daño mayor en su credibilidad?

Muertes extrañas

En otro orden de cosas. La guerra que cambiará al mundo no cesa. Una nota de Miquel Echarri en su periódico El País informa que “en septiembre de 2004 fue envenenado Roman Tsepov, un hombre de negocios con conexiones mafiosas, amigo y confidente de Putin hasta mediados de los 90, pero muy distanciado del jerarca ruso en los últimos años. A Tsepov se le administró una sustancia radioactiva desconocida y falleció tras sufrir convulsiones violentas, vómitos, diarreas y una brusca caída de glóbulos blancos”.

Ahora oiga usted esto: “en octubre de 2006, le llegó el turno a la periodista y activista Anna Politóvskaya, célebre por su denuncia de las atrocidades cometidas en Chechenia por el ejército ruso. Politóvskaya fue asesinada a tiros en el ascensor de su bloque de apartamentos, en el centro de Moscú”.

Nadie puede probar que Vladimir Putin tenga que ver con estas muertes, pero “en noviembre de 2006, un desertor de la FSB [Servicio Federal de Seguridad] refugiado en Londres, Alexander Litvinenko, probó en sus carnes la eficacia letal de un nuevo veneno, el polonio 210. Litvinenko cayó enfermo pocas horas después de reunirse en el hotel Millenium con los ex agentes de la KGB Dimitri Kotvun y Andréi Lugovói, dos viejos camaradas que habían asumido, al parecer, la tarea de emponzoñar su taza de té”.

Lean esto: “Natalia Estemírova, periodista y activista, colaboradora en su día de Anna Politóvskaya, fue secuestrada en su casa de Grozni la tarde del 15 de julio. Horas después, su cuerpo aparecía a pocos metros de una carretera”.

Entre los casos recientes, el agente doble Sergei Skripal y su hija Yulia: El 4 de marzo de 2018, padre e hija se sentaron en el banco de un parque. Instantes después, se desplomaron víctimas de la acción fulminante del Novichok, un arma química desarrollada por la Unión Soviética en 1971.

Yulia Skripal tardó 35 días en salir de un estado crítico. Su padre, un jubilado de 67 años que se instaló en el Reino Unido en 2010, tras años de ejercer como infiltrado en territorio ruso para el servicio secreto británico, sufrió una intoxicación muy severa y no recibió el alta hasta mediados de mayo.

Todo es muy raro, caracho, como diría Corneille: “Quien todo lo puede ha de temerlo todo”. 

Gil s’en va

Gil Gamés

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  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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