Gil recordó aquella frase de su juventud: lo hecho en México está bien hecho. Las empresas privadas y el gobierno federal relanzaron esa idea para alentar el consumo de productos nacionales. “Se trata de distinguir y creer en la calidad de lo nacional y de que sea una muestra más de lo que podemos cuando nos mantenemos unidos”, dijo el presidente Peña.
Como en aquellos años, la medida incluye la desregularización, cosa que Gil no comprende ni pretende entender. Correcto. ¡Que viva lo mexicano! Ahora mal sin bien: por desgracia no podemos hablar por teléfono con un aguacate. Oye: mi aguacate 6.0 nunca pierde la señal, mi aguacate no solo sirve para unos tacos, además lo uso para recibir los correos y también para aventárselo a la cabeza a los bad-hombres.
De la misma forma, todavía no puede decirse: llegué en un tequila blanco reposado y lo estacioné en doble fila porque no había lugar, caracho. Ahora mi tequila ha sido inutilizado y debo pagar una multa estratosférica. Mi tequila último modelo.
Del mismo modo el café orgánico no sirve para comprar en Amazon. Compré con mi café orgánico dos libros, pero no llegan. Ah, y la cerveza, gran producto mexicano, no todos saben que la cerveza tiene gran conectividad, tomas un trago y de inmediato estás en Londres. Gil viajó en el tiempo: lo hecho en México está bien hecho: ¿Echeverría, López Portillo?
Masa
La mejor masa es la del tamal. Gran fiesta de esa mesa y esa masa. En el Zócalo había tamales a mansalva. Por cierto, Gil no come un tamal desde el año de 1985. Un poco de historia: el sacrificio de los guerreros enemigos a quienes los mexicas quitaban la piel, es decir los desollaban, y desmembraban los cuerpos para engullirlos, era parte del solemne culto de Xipe Tótec. Ah, Gil tiene una idea: invitamos a Trump a México, se le recibe como un héroe y a la hora de la hora, mole, lo desollamos y nos lo comemos en tamales y pozole. ¿Cómo la ven? Ingerir a Trump. Ese rito se realizaba en el recinto sagrado de Tenochtitlan. Las víctimas eran atadas de un pie al temalácatl, la Gran Piedra. Oigan esto por Dios de bondad: los guerreros vencedores se convertían en custodios de la piel del sacrificado, la cual presta a hombres que ataviados con ella recorrían Vibra México su calpulli. Se sabe que Luis Miguel y Alejandro Fernández tienen dos canciones sobre calpullis. Oh, sí.
Vibra México
Sépanlo de una buena vez, Gil odia el tamal. No es para menos, caracho. Por cierto, se organiza ya una gran concentración llamada Vibra México. Una manifestación apartidista, ciudadana, convocada por muchas organizaciones sociales. Lo nunca visto ni oído: Gil asistirá el 12 de febrero a cantar en las plazas el Himno Nacional mexicano. Cuenten con Gamés, que canta duro y fuerte. Faltaba más.
Zedillo
El ex presidente Zedillo ha publicado en su periódico El País un artículo, “México puede prosperar sin Trump”. Oigan esto: “El presidente Peña Nieto ha pagado un gran precio político por su disposición a trabajar de manera constructiva con él (Trump) (…) Ha llegado el momento de reconocer que las acciones de la nueva administración hacen imposible un futuro inmediato (…) en una situación lamentable y desafortunada, pero es evidente que los esfuerzos para adaptarse a los caprichosos deseos de Trump no han merecido la pena y no deben continuar”. Pues con la pena, pero Zedillo tiene razón. El artículo de marras apareció en El País y se llama “México puede prosperar sin Trump”.
La lectora y el lector lo saben, todos los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero trae la botella de Glenfiddich 15, Gamés pondría a circular la frase de Gertrude Stein: Rosa es una rosa es una rosa es una rosa.
Gil s’en va