Gil sabe reconocer a los grandes actores de carácter. Hay mañanas en que el Presidente de la República se comporta como papá Goriot, el personaje de Balzac, un hombre conmovido con lágrimas en los ojos, pero otras, las más, como el señor Grandet, el padre de Eugénie, también balzaciano, irascible, inexorable, codicioso y ansioso de poder. Así las casas (muletilla patrocinada por Baker Hughes y Bartlett), las mañaneras se han convertido en un gran teatro donde se impone el arte dramático.
Sube el telón, se ilumina el escenario, luz cenital, se oye la voz presidencial: “Y aquí, bajo palabra de honor, por mis principios, por mis ideales, si la gente vota porque renuncie, me voy. No le hace que no sea el 40% del padrón que participe; entonces por qué ellos (el INE) no promueven esto, mejor, es legal, es constitucional, por qué la guerra sucia, por qué la actitud perversa de no dar la cara y no abiertamente enfrentar el proyecto que representamos”. Fuera luces. Oscuridad. Gran ovación. Clap-clap-clap-clap. Gilga repasa: palabras de honor, ideales, principios, guerras sucias. Uff.
Gamés piensa (ya empezamos con las jactancias): ¿un actor es un mentiroso? No necesariamente, pero sí actúa la vida de un personaje en el escenario, se oculta durante un tiempo detrás de él, o siempre, al grado de que en ocasiones ya no sabe quién es él, ese es su trabajo.
El Presidente toca a rebato. Una luz cegadora, un disparo de nieve (ah, no, esa es otra canción): “Y el papel del INE que viola la Constitución porque no informa, pusieron menos casillas porque no quieren que la gente participe. Imagínense un instituto que supuestamente debe proteger la democracia, dedicado a impedir que haya democracia”.
Interpretación
Rictus de dolor no desprovisto de cierta amargura: “Y tengo que decirlo porque llegamos aquí para hacer valer la democracia, enfrentando fraudes y trampas electorales de autoridades y de grupos de intereses creados”. Contrapunto anticlimático: ¿Y quién organizó las elecciones ciudadanas mediante las cuales Liópez Obrador llegó al poder? Todos lo sabemos: el espíritu de Francisco I. Madero, ¿estamos? El arte dramático da para todo: personajes solemnes, cómicos, delirantes, impredecibles.
Gil lo leyó en Expansión en una nota de Carina García en la cual informa que “de manera exprés, presentada a las 09:45 y aprobada a las 17:38 horas, legisladores de Morena y aliados en la Cámara de Diputados regularon la propaganda gubernamental, a través de un “decreto de interpretación”, para permitir a los funcionarios públicos hacer campaña política o promover el proceso de revocación de mandato sin sanciones”.
“Con casi 15 de años de retraso, pues en la Constitución se ordenó regular desde 2007 el tema de la propaganda, el decreto fue aprobado en lo general con 268 votos a favor, 213 en contra y cero abstenciones. Los legisladores que dieron su aval pertenecen a las bancadas de Morena, el PT y el Partido Verde, los votos en contra de las bancadas del PRI, PAN, PRD y MC”.
El “decreto de interpretación” que se aprobó fue celebrado por el presidente de la mesa directiva quien lo remitió al Senado. Y resulta que en el Senado no hubo quorum. La oposición abandonó la sesión y esperan llegar a los 65 votos.
Este decreto en veremos establece que “no constituyen propaganda gubernamental las expresiones de las personas servidoras públicas, las cuales se encuentran sujetas a los límites establecidos en las leyes aplicables”, es decir, la única restricción será que no se usen recursos públicos.
Ley
¡Jesús! Manda a traer a la ley porque voy a tener con ella una plática muy seria. Gil no da crédito y cobranza: “tampoco constituye propaganda gubernamental la información de interés público, que se difunda bajo cualquier formato por las personas servidoras públicas”.
Gamés no duda que los ataques del Presidente contra el INE sean cápsulas informativas. Ahora mal sin bien: “será propaganda gubernamental el conjunto de escritos, publicaciones, imágenes, grabaciones y proyecciones difundidas, bajo cualquier modalidad de comunicación social, con cargo al presupuesto público, etiquetado de manera específica para ese fin, por un ente público”.
Mientras el drama toma la escena, se sabe ahora que “a las expresiones que emitan los servidores públicos –en declaraciones o redes sociales– no se les aplicará la veda electoral impuesta a la propaganda gubernamental durante procesos electorales o proceso de revocación de mandato”.
Esta es la realidad, pero en la escena hay plañideras, personajes que se desgarran las vestiduras, gritos hamletianos: un arte dramático.
Todo es muy raro, caracho, como diría Gertrude Stein: “El dinero siempre está ahí, sólo cambian los bolsillos”.