Acada quien su cada cual, cavilaba Gil repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio. Indígenas yoremes de la Nación Yaqui manifestaron desasosiego por la asunción de Hugo Aguilar Ortiz como presidente de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, en septiembre próximo. Gil lo leyó en el portal de su revista Proceso. Diana Ávila Hernández transcribe estas palabras de Fernando Jiménez, indígena yoreme y defensor del territorio yaqui: “No queremos a ese indígena, el más corrupto que se pueda conocer en todo México”.
Gil se ruborizó. O sea que este representante del mundo indígena ideal no es un dulce en pera, o como se diga. La nota explica: en los últimos años el grupo indígena yoreme ha tenido que resistir la ocupación territorial cada vez mayor del crimen organizado y la intervención del gobierno federal para llevar a cabo el “Plan de Justicia del Pueblo Yaqui”, decretado por el ex presidente Liópez en 2021. Mju. Otra mentira, se dijo a sí mismo Gilga, el sello de la casa.
Este ilusorio plan contempló “la restitución a los yaquis de 20 mil hectáreas de territorio, créditos para vivienda, impulso a la educación y servicios de salud, pero principalmente la ejecución de un plan hidráulico en la Cuenca del Río Yaqui, en respuesta a la escasez que padecen los pueblos del sur de Sonora, a raíz de la construcción del Acueducto Independencia en 2009” .
El principal operador del Plan de Justicia, según los yoremes, fue Hugo Aguilar Ortiz, entonces coordinador general de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) y ahora virtual presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Fernando Jiménez denuncia en la entrevista con su revista Proceso que el supuesto Plan de Justicia de Liópez se trató en realidad de “una herramienta de control en donde el INPI es el que tiene las palancas en la mano; ellos deciden cómo, cuándo y quiénes van a recibir los apoyos y las bondades de un plan de justicia”. A Gamés le suena, le suena: apoyos discrecionales a cambio de votos, territorio, sumisión.
A puerta cerrada
Jiménez señala a Aguilar Ortiz y a Adelfo Regino —titular del mismo INPI— como los funcionarios que los discriminaron y negaron el acceso a los indígenas yoremes a las reuniones de las consultas indígenas para ejecutar el “Plan de Justicia” y que, a puerta cerrada, celebraron con otras dependencias federales y autoridades yaquis impuestas por ellos mismos. O sea, en lo oscurito, como de costumbre.
“Ahí —puntualiza Jiménez— se notó que el control, la batuta, la llevaba el INPI en las personas de Adelfo Regino y Hugo Aguilar. Todos los escritos, todas las actas que se levantaban en esas reuniones no tenían las características que hace un secretario tradicional, tenían una esencia ya más rebuscada, ya más politizada; ellos decidían qué era lo bueno para los yaquis y qué era lo malo para los yaquis”.
Con la pena, pero este representante yoreme de los yaquis ha exhibido al nuevo presidente de la Corte, con todo y su indumentaria indígena. Es que de veras, me cae, no se miden, dirían los poetas de la France.
Todos en bola
Además de los funcionarios del INPI ya mencionados, esta queja señala a funcionarios de la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Comisión Federal de Electricidad. Diantres, todo Dios.
“Aprovechándose de su condición política —continúa la queja— y abusando de su poder de servidores públicos, pretenden imponer a los gobernadores de los Ocho Pueblos de la tribu yaqui, lo que debe acordarse en las reuniones de las consultas indígenas y en las reuniones del Plan de Justicia Yaqui, siendo ellos mismos los que manipulan a su placer las actas de hechos y minutas de trabajo que se celebran entre autoridades tradicionales”.
Todo es muy raro, caracho, Gil lo oyó en una cantina: “No se la prolonguen”.
Gil s’en va