Un estudio, publicado el jueves pasado, calcula que 175 mil personas trabajan en la venta de drogas; esa cifra convertiría a los cárteles en el quinto mayor empleador del país, algo que ha aumentado en la última década
Si se trata de percibirse como algo o alguien, si hay quienes se perciben como perros, Gil exige que se le trate como a un libro, y como un libro de los buenos, que le digan que huele a tinta y a papel nuevecito. ¿De acuerdo? Nomás no discriminen porque les cae negra.
Gamés abandonó el mullido sillón del amplísimo estudio y caminó sobre la duela de cedro blanco con las manos entrelazadas en la espalda mientras leía sus periódicos (ya quedamos en que esto sí es posible, pero requiere de apoyo humano serio y decidido).
Un estudio, publicado el jueves pasado en la revista Science, y basado en diversos datos (ado-ado), ha hecho un cálculo de 175 mil personas que trabajan para el narco. Esa cifra convertiría a los cárteles en el quinto mayor empleador de este país y ha aumentado de forma constante durante la última década.
Mientras esto ocurre, el Presidente irá a Badiraguato a inaugurar sabe Dios qué cosas y repite que su estrategia contra la violencia da resultados.
Rafael Prieto-Curiel, autor principal del estudio e investigador postdoctoral en el Complexity Science Hub de Viena afirma: “Es muy importante comprender la magnitud del problema y ayudar a poner el problema en perspectiva (…) las estimaciones de los beneficios anuales comienzan en 6 mil millones de dólares y de ahí sube en espiral. Además, hace tiempo que los cárteles no sólo se dedican al tráfico de drogas, sino también a la extorsión, el secuestro, el robo de combustible y el tráfico de inmigrantes. Esto implica una economía inmensa y una enorme mano de obra”.
La directora de la Agencia Antidrogas estadounidense, Anne Milgram, declaró ante el Congreso en julio que las dos organizaciones criminales más poderosas de México —el cártel de Sinaloa y el cártel Jalisco Nueva Generación— contaban con casi 45 mil miembros en más de 100 países. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se burló de las cifras. Él tiene otros gatos, perdón, datos, el autocorrector siempre dando problemas.
Pásenle a lo barrido
Por cierto, Gil observó, no sin estupor, el video que recorrió las redes en el cual pobladores de San Gregorio Chamic, Chiapas, le aplauden al cártel de Sinaloa por retirar los bloqueos. Doce camionetas del Mayo Zambada entraron a San Gregorio a recuperar un territorio (rio-rio) en disputa con el cártel Jalisco Nueva Generación.
A Gil se le pusieron los pelos de punta y punto. Así entran nomás doce camionetas con sicarios fuertemente armados. No hay Guardia Nacional, no hay Ejército, no hay policía estatal. Válgame la virgen. Pues sí: ¿abrazos y no balazos? y del otro lado balazos, extorsión, secuestro, invasión.
Science
Para el artículo de Science, los investigadores analizaron estadísticas sobre encarcelamientos y decesos durante la última década para llegar a su estimación. Descubrieron que los cárteles mexicanos deben reclutar entre 350 y 370 personas cada semana para reponer las filas mermadas por detenciones y asesinatos.
El estudio presenta un panorama muy fragmentado de 150 cárteles. Muchos son pequeñas bandas regionales que no están necesariamente afiliadas a sofisticadas redes transnacionales. La estimación de 175 mil “miembros activos de cárteles” en México a finales de 2022 incluye tanto empleados de tiempo completo como ocasionales, dijo Prieto-Curiel. Entre sus filas se encuentran campesinos que cultivan amapolas, pistoleros que vigilan laboratorios de metanfetamina y fentanilo, y capos que dirigen redes mundiales de contrabando.
Los autores reconocieron que sus conclusiones son “imperfectas”. Los investigadores hicieron una “conjetura educada” sobre qué proporción de víctimas de asesinato y reclusos eran miembros de cárteles, dijo Prieto-Curiel.
Smith, autor del libro de 2021 The Dope: La verdadera historia del narcotráfico mexicano, calificó el estudio de “ejercicio útil”, ya que proporciona “una indicación de la profundidad y extensión del crimen organizado en México”.
Utilizando su modelo matemático, los autores del estudio concluyeron que aumentar la educación y las oportunidades laborales de los hombres jóvenes —que constituyen la mayoría de los reclutas— es el único medio para frustrar a los cárteles y reducir la violencia.
“Hemos convertido a los cárteles en algo deseable”, afirmó Prieto-Curiel, señalando el atractivo financiero y la “idealización” del narcotráfico en la cultura popular. O sea, el narco emplea sin cartas de recomendación ni curriculum.
Todo es muy raro, caracho, como diría Séneca: “es bueno acortar la noche y añadir algo de ella al día”.