Gamés está de plácemes: el litio es nuestro, doblemente nuestro. Ciertamente la Constitución protege todos los bienes del subsuelo como propiedad de la nación, pero nunca está de más darle una vuelta para que amarre la soberanía. En materia de litio, nadie nos va a robar, porque de que los hay, los hay, unos neoliberales vendepatrias. El litio es un bien público; su exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento quedan exclusivamente a cargo del Estado. Los diputados de Morena han tenido una gran idea, que la empresa nacionalizada se llame: AMLITIO, Agencia Mexicana de Litio. Gil juraría que la idea le pertenece a Delgadín, genial.
Ahora mal sin bien: ¿hay en México cantidades importantes de litio? Al parecer no. ¿De dónde se extraerá?, nadie lo sabe, tal vez de la arcilla, de la superficie mineral, qué, ¿no hay superficie mineral?, de las salinas (de Gortari; sí, pésimo chiste). Total que el litio es de Gamés y de más de cien millones de mexicanos. A Gil no le harán falta las pilas para sus linternas cuando vengan los apagones provocados por la CFE que dirige Bartlett, o de verdad, ¿la lectora y el lector creen que la empresa mexicana podrá surtirnos del fluido eléctrico?
De todo hay en este señor de las viñas. El senador Guadiana y su sombrero y su bigote de Morena, o como se diga, criticó en comisiones los alcances de la reforma y alertó que “los cambios en materia de litio pueden ahuyentar las inversiones”. Esto lo va a saber Jesús. Comuníqueme con Chucho. ¿Jesús? ¿Oíste al senador Guadiana? Te digo que ahí hay encerrado un gato de negocios felinos. Conste que se los alvertí, como se dice por acá en el amplísimo estudio.
Los traidores perseguidos
Tenía que ser. Las amenazas de Mario Delgado Delgadín han tenido ya resultados interesantes. Gil lo leyó en su periódico El Universal en una nota de Antonio López: “Diputados de oposición comenzaron a recibir insultos y amenazas de muerte que, al menos en un caso, ya se consumaron en una agresión, según denunció la diputada del PAN, María Josefina Gamboa”. ¿Eso quería, Delgadín? Pues ya está, los seguidores descerebrados de Morena y sus rabietas ya empezaron a actuar, amenazar, agraviar. El coordinador del PRD en San Lázaro, Luis Espinosa Cházaro, denunció que un integrante de su grupo parlamentario recibió amenazas de muerte.
¿Así es la onda, Delgadín? Una pregunta al Mayeyo Delgadín: si uno de los legisladores de Morena recibiera una, solo una amenaza de muerte, ¿qué haría? ¡Uta! Y retiemble en sus centros la tierra. Delgadín, no es un jilguero de tuiter, aunque lo sea, sino el dirigente de un partido político. Ese dirigente llama al linchamiento, así va a ser la cosa si pierden una votación en el Congreso. Gil caminó sobre la duela de cedro blanco y pensó (ya empezaron las jactancias): mala cosa. Este mecanismo del odio no lo empezó Delgadín sino el Presidente, cada mañana de cada día de su gobierno, con la pena.
Roar
Dejemos de momento a Delgadín y sus venganzas. Gamés vio un capítulo más de Roar, Rugido, la serie de Nicole Kidman: “La mujer en un pedestal”. Una bella mujer conoce a un hombre, después de un encuentro de pasión irrepetible, se enamoran. Recuerden que estos capítulos pertenecen al género fantástico. El hombre rico y enamorado pone a su mujer en una repisa, frente a su escritorio, para verla siempre. Ella vive ahí feliz. Él organiza reuniones, todos brindan debajo de la repisa, en cierto sentido un pedestal, la habitación de la bella mujer del hombre rico. El tiempo pasa y ella, cansada de ser el adorno de aquel hombre, huye. Conoce el mundo y queda hechizada. Abandona a su amante y destruye con un marro la repisa en la que vivió mucho tiempo. ¿Delgadín destruirá con un marro la repisa en la que lo han puesto? No, eso requiere cierta fuerza.
Fantástico es aquello que es irreal o sólo existe en la imaginación, dice el tumbaburros. Pero hay que agregar, el espíritu fantástico revela profundidades. Oh, sí.
Todo es muy raro, caracho. Como diría André Maurois: “Nada más triste que el espectáculo de un país que por temor soporta un gobierno detestado”.