Política

El “éxito” en llamas

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Amigos de fuste y fusta cuya obra intelectual Gil respeta (ay, sí), no cesan de celebrar que más de ocho millones de mexicanos hayan abandonado la pobreza durante el sexenio de Liópez y el principio del gobierno de Claudia Sheinbaum. Qué mejor, se dice a sí mismo Gilga: menos pobres. Los números son fríos y las emociones calientes.

Esto se debe, dicen los que saben, principalmente al aumento de los salarios mínimos y en menor medida a los programas sociales, lo que Gamés llama la repartija.

Pero llamarlo “éxito” como lo hace Jesús Silva Herzog Márquez implica un doble salto mortal sin red. También es verdad que los gobiernos neoliberales mintieron: aumentar salarios no sería una tragedia económica, ni inflacionaria ni la manga del muerto. De acuerdo.

Lástima, al mismo tiempo que rescataron a esos pobres de una vida menos inhóspita, destruyeron al país y mataron a la joven democracia mexicana. Podrían haber disminuido la pobreza sin prenderle llamas a todo el sector salud, a la educación, sin darle cauce al río de sangre, sin militarizar todo de arriba abajo, sin desaparecer órganos autónomos, sin destruir el Poder Judicial, sin acabar con el INE. En fon.

A Gil le habría gustado que ese “éxito” hubiera ocurrido sin linchamientos, extorsiones, infamias y atentados a la libertad de expresión; es decir, todo eso de lo que Silva Herzog ha escrito con el punzón de la crítica y la inteligencia conceptual que caracteriza su prosa periodística.

Por lo que a Gil toca, no prodigará elogios ante algo que todo gobierno promete y debe cumplir, incluso los neoliberales, combatir la desigualdad. A esta banda de cuatreros que nos gobierna, Gamés no le echa ni una flor. Hay menos pobres, menos mal: celebremos comprando relojes de alta gama y goma, bolsas carísimas, viajes en primera, cenas en Tokio, casas en Houston, negocios bajo cuerda y mil corruptelas más.

Kershenobich

Y hablando de salud, David Kershenobich, secretario de Salud, le concedió una entrevista a su periódico La Jornada. En ese intercambio con Ángeles Cruz Martínez, Kershenobich reconoce los problemas del sector: “no los evito. Hay abasto de medicamentos y mejores servicios. Aun así, el sistema de salud mexicano es bueno. Requiere afinar cosas, es cierto, pero con frecuencia se habla solo de las malas y se olvidan las buenas, como la gratuidad de servicios y medicinas”.

Como es obvio, el secretario de Salud no puede decir  que 44.4 millones de mexicanos han quedado sin cobertura, en buena medida por la desaparición enloquecida del Seguro Popular, por la fallida instauración del Insabi y ahora la creación del IMSS Bienestar. Gilga supone que con el aumento al salario los mexicanos salvados de la pobreza, podrán salir de los terribles enredos que trae la enfermedad de un familiar. Tampoco podrá hablar de los 800 mil muertos en exceso como consecuencia de un manejo criminal de la pandemia, menos, mucho menos, del desabasto de medicinas y de los niños golpistas sin medicinas para tratar el cáncer. De todo esto no puede hablar el por cierto gran médico Kershenobich.

El segundo piso de la Cuarta Transformación, escribe Ángeles Cruz Martínez, también impulsa cambios, como en el vínculo que ya se tiene con el sector privado, lo que hasta hace poco no existía. “Lo más importante es escuchar a los pacientes, a la industria farmacéutica, a todos. Hay que escuchar y dialogar”.

Pues dialogue, secretario, y mientras, si se puede, ponga las medicinas al alcance de los enfermos. O pida que  se las manden de la farmacia más grande del mundo, sí, la farmaciota donde se podrían obtener todas las medicinas del mundo. La verdad, secretario, ¿no le da pena lo de la farmacia gigante? Correcto, eso es agua pasada, pero agua negra.

El futuro

Así ve el secretario de Salud el futuro: “un sistema único, integral con todas las instituciones; con atención igual para todas las personas; con calidad, seguridad y eficiencia e indicadores para ver los avances. Eso implica retos como incorporar la tecnología. Ya todo es digital. Hay que aprovechar eso para simplificar los procesos”.

Ay, secretario, de veras. Mejor Gamés se retira a sus habitaciones.

Todo es muy raro, caracho, como diría Pavese: “La lección es siempre una sola: lanzarse de cabeza y saber aguantar el castigo”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • [email protected]
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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