Gil Gamés no da una. Todo parecía armado para recibir tremendos aranceles y nada. Gilga espera que los especialistas nos expliquen que si va o si viene por el tratado T-MEC, que si el 10%, que si la cosa automotriz, que si el aluminio, en fon. ¿Qué rayos ocurrirá? En cualquier caso, el nuevo orden comercial del mundo ha cambiado y Gil considera esto muy grave, una lista de la locura.
Según esto, corrijan por favor a Gamés, México ha salido bien librado de la nueva guerra comercial que Trump ha iniciado. Gil leerá a los especialistas y no duda ni un poco que el peso se mantendrá, la aprobación presidencial subirá y, en fin, todo parecerá un gran triunfo. Veremos.
Sheridan
El escritor Guillermo Sheridan ha impuesto una vez más el peso de la verdad del plagio. La jueza que determinó que el ex rector Enrique Graue debe pagar una indemnización millonaria a la asesora de la tesis plagiada de la ministra Yasmín Esquivel también plagió su tesis. Una que plagió a otra que plagió a otra. Usted dirá que esto es una locura. Pues no, la que defiende a la que plagió, plagió. Gran cosa.
Gamés lo leyó en su periódico El Universal. Sheridan informa que se dio a la tarea de revisar la tesis de la jueza Flor de María Hernández Mijangos, quien el 26 de febrero pasado sentenció al exrector de la UNAM, Enrique Graue y al director de la FES Aragón a pagar 15 millones de pesos de indemnización a Martha Rodríguez, la asesora de la tesis de licenciatura de la ministra Yasmín Esquivel, trabajo que fue plagio del otro alumno de Rodríguez.
Sheridan ha demostrado que de la revisión de la tesis de Hernández Mijangos, publicada en 1991, se desprende que la juzgadora cometió numerosos plagios, en particular al prestigiado jurista Ignacio Burgoa. Ah, qué maravilla. Ya, Sheridan, no exagere, uno se roba cosas y ya, se va a su casa con lo robado. Todos ladrones honestos.
La columna de Sheridan se titula “La abogada de la abogada de la abogada” y en ella comenta que tras el escándalo de la sentencia del pago millonario, “curioso que soy”, revisó la trayectoria de la jueza Hernández Mijangos, que es titular del Juzgado Cuarto de lo Civil de Proceso Escrito del Poder Judicial de la CDMX.
Refiere Sheridan que la jueza se tituló en la UNAM, por lo que su tesis está en el repositorio de la institución. Se titula “Análisis jurídico de la libertad de reunión y asociación” y, asegura Sheridan, “llena páginas repitiendo de manera casi textual escritos del gran jurista Ignacio Burgoa, si bien, precavida, cada tres o cuatro párrafos, agrega una discreta llamada a pie de página y les asesta el famoso ‘ibidem’”.
Sheridan, ah, malvado adversario, asegura como buen neoliberal que “la jueza presenta esos párrafos como propios, pues no los cita sangrados, fuera de su propio texto, ni entrecomillados, muchas veces sin llamada y, peor aún, glosados o parafraseados, lo que ya equivale a la confesión de que están siendo plagiados”.
Y para botón una muestra
Mijangos dice que los partidos políticos “constituyen las entidades a través de las cuales las minorías de ciudadanos intervienen en la cosa pública, la cual se manifiesta de variadas maneras que reconocen como fundamento la libertad de asociación, puede llegar a constituir un freno a la actividad gubernamental, ya que es el laboratorio donde se forman las directrices de un gobierno, cuyos funcionarios las desarrollan así (sic), habiendo sido postulados por él obtienen la mayoría de votos”.
Y demuestra el plagio al señalar que Ignacio Burgoa, en su libro Derecho Constitucional Mexicano dice:
“Los partidos son las entidades a través de las que las minorías ciudadanas intervienen en la cosa pública, y esta intervención, que se manifiesta de variadas maneras que reconocen como fundamento la libertad de expresión eidética, puede llegar a ser un freno o contrapeso a la actividad gubernamental. El partido político, por ende, es el laboratorio donde se formulan las directrices de un gobierno, cuyos funcionarios las desarrollan si, habiendo sido postulados por él, obtienen la mayoría de sufragios.”
Mecachis, ¿ya todos nos robamos todo y nada pasa?
Genial, la plagiaria roba a la plagiaria de la plagiaria del plagio.
Todo es muy raro, caracho, como diría Quevedo: “Lo mucho se vuelve poco con desear otro poco más”.
Gil s’en va