Si no podemos cambiar las situaciones adversas o dolorosas, ¿de qué sirve una buena actitud? Una de las críticas más fuertes hacia los promotores del pensamiento positivo es el argumento de que de nada sirve lo que ocurre en nuestro interior cuando no podemos modificar lo que pasa afuera: los sucesos causantes de nuestras preocupaciones.
Lo que ignoran los defensores del hiperrealismo es que una buena actitud no tiene la finalidad de intentar modificar el exterior. Nadie en la psicología positiva ha dicho que la actitud pueda cambiar las circunstancias con algún tipo de poder extraordinario. Por lo menos no los teóricos serios.
La buena actitud, el pensamiento positivo con enfoque centrado en la esperanza y en las ventajas y fortalezas, tiene la finalidad de mejorar nuestras capacidades adaptativas y recursos de afrontamiento: amplían la visión para tomar decisiones asertivas.
Focalizar la atención solo en todo lo negativo que pueda estar ocurriendo, no solo nos hará sentir peor, sino que va a limitar nuestra resiliencia y las habilidades del cerebro para desplegar un abanico de mayores posibilidades de respuesta ante los desafíos.
No somos una simple máquina reactiva ante los estímulos del ambiente, no solo existen contexto y circunstancias. Los sueños y miles de cosas que mucha gente imaginó y que solo eran fantasía, hoy son grandes inventos que han transformado al mundo. Sin el pensamiento positivo, sin esperanza, sin imaginación, sin optimismo, sin la terca insistencia y persecución en lo que antes se pensaba que era solo una locura, no habríamos nunca inventado la rueda y seguiríamos viviendo a oscuras entre cavernas. Quizá ya nos habríamos extinguido con epidemias devastadoras si los investigadores médicos hubieran decidido simplemente ser “realistas”. Decían que, de llegar a la velocidad Mach 1, el piloto de avión moriría aplastado. Que alcanzar la velocidad del sonido no era posible. En conclusión: la actitud puede no cambiarlo todo, pero ha hecho los cambios suficientes para construir el mundo que hoy tenemos. Aún hay muchas cosas espantosas y terribles por mejorar, pero ser solo “realistas” quizá no alcance para moverlas.