Como cualquier otro trabajo, ser maestro requiere garantías y recompensas dignas. No habría por qué dudar de lo justo de las demandas de los profesores en huelga.
Lo que no está claro son los intereses de sus dirigentes. Lo que tampoco ha sido transparentado son las posturas del gobierno y las promesas incumplidas al magisterio.
Sin embargo, los dirigentes sindicales, al igual que los funcionarios incómodos de la SEP, siguen gozando de sus despampanantes salarios, sus oficinas con clima, sus vehículos nuevos, sus excelentes bonos y prestaciones.
Y los más afectados, como siempre sucede en México, son los menos culpables: los niños. Ya suficiente vergüenza tenemos con el posicionamiento tan pobre en desarrollo educativo según la OCDE.
Venimos de tres años perdidos por el retraso escolar en la pandemia. Los libros de texto hechos al vapor y en lo oscurito, cargados de ideologías y tendencias abyectas.
Y la cereza en el pastel, por si faltaba algo, ahora tenemos la huelga magisterial. ¿Qué más nos falta? Si no fuera trágico sería cómico.
Décadas atrás, muchos países se hallaban en una posición inferior ante México en desarrollo económico, tecnológico y educativo. Es sorprendente que hoy están convertidos en potencias mundiales.
Y en México seguimos con costumbres charras y retrógradas. Ni la máxima casa de estudios se salva: ahí tenemos la triste condición de la UNAM.
Una estructura universitaria gigantesca financiada con los impuestos de los mexicanos, que confunde el concepto de autonomía con un permiso para que, de manera impune, se pueda en ella sembrar marihuana, vender droga, asesinar chicas, destruir instalaciones y paralizar clases cada que se les antoja a los porros.
Sería difícil imaginar vergüenzas así en Corea del Sur, por ejemplo; uno de los países que rebasaron a México de manera espectacular porque le apostaron al trabajo y a la preparación.
Mientras aquí seguimos entretenidos en campañas partidistas. Y todo ello con el silencio cómplice de los padres de familia y la sociedad en general: con la educación secuestrada y un pueblo indiferente que permanece callado, construimos el cóctel perfecto para continuar en la marginación mundial.