Para conocer la historia del nacimiento de Afrodita, la diosa llamada Venus por los romanos, sería necesario imaginar nuestra presencia ante la Tierra y el Cielo y preguntarnos ¿cuál fue el origen de todo lo que nos rodea?
Así cuenta Hesíodo en Teogonía el surgimiento del universo y de la diosa:
En el principio era el Caos. Después, nació Gea, la Tierra. Su seno fue el cimiento de todo.
Abrigaba al Tártaro, en las sombras profundas del inframundo, y a Eros, el más amoroso de todos los inmortales y quien hace flaquear tanto a Dioses como a seres humanos, controlando sus mentes y su voluntad.
Del abismo surgió Érebo y después la oscura Noche. Ella, tras un encuentro placentero con Érebo, quedó preñada. Dio a luz a Éter y al Día.
El primer hijo de la Tierra fue Urano, el cielo estrellado, con las mismas dimensiones que su madre. La protegió en cada espacio y vino a ser el reino de los Dioses.
La Tierra elevó las montañas, formando cordilleras, encantada por las Ninfas que vivían en los valles.
Luego dio a luz al estéril y agitado mar, el Ponto, sin uso de ningún amor sexual.
Pero más tarde, Gea conoció a Urano, su propio hijo. De esa unión nació el Océano y sus profundas corrientes.
También dio a luz a Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemosine, Febe de corona áurea y la amable Tetis.
Después nació Cronos, el más joven y el más terrible de sus hijos, que se llenó de odio por su impetuoso padre.
Gea también alumbró a los Cíclopes, Brontes, Estéropes y Arges, que poseían corazón de piedra y violento ánimo. Fueron ellos los creadores del trueno de Zeus y quienes forjaron su rayo.
Su naturaleza era similar a la de los dioses, mas tenían un solo ojo en medio de la frente, de allí el origen de su nombre.
De Gea y Urano nacieron tres hijos más, a quienes habría sido mejor no mencionar: Coto, Briareo y Giges.
Tan monstruosos y grotescos que cien brazos salían de sus hombros, cincuenta cabezas brotaban de su cuello y exudaban una fuerza que los otros percibían como irresistible.
Se convirtieron en los hijos más temidos. Incluso su padre sentía terror y los repudió desde el primer momento.
En cada uno de los nacimientos, Urano había ocultado a sus hijos en un hueco de la tierra.
De esta manera los mantenía alejados de la luz. Era un acto abominable, que le proporcionaba un gran placer.
Pero Gea gimió por la intensa presión en su vientre. Entonces ideó un plan, un truco verdaderamente malvado.
Para ello creó el pedernal gris, un nuevo mineral, con el cual forjó una gran hoz con dientes puntiagudos.
Al terminar, les mostró el arma a sus hijos y les habló con frenesí, no exenta de un cierto pesar:
“Hijos míos, escuchen. Tendremos que vengar los crímenes que su padre ha cometido en contra de nosotros. Al fin y al cabo, él inició esta empresa criminal”.
¿Qué harán Gea y sus hijos para reivindicar su existencia? ¿Qué relación guarda esta guerra con el nacimiento de Afrodita?
*Traducción y selección personal de “Theogony”: Hesiod (Hackett; trad. Stanley Lombardo).