Cultura

El hombre en la torre

  • 30-30
  • El hombre en la torre
  • Fernando Fabio Sánchez

Mi torre es de ladrillo, tan alta como una docena de niveles.

La torre franquea 15 cilindros gigantes, de pie y agrupados en baterías de 5 por 3, y del nivel diez de la torre parte un piso que techa los inmensos tubos.

Los cilindros, por la contigüidad con la torre y el piso que los techa, parecen de ladrillo. Pero no, están recubiertos de hormigón.

Desde la distancia, la estructura de ladrillo parece un jorobado que resguarda sus tesoros.

En el pasado, los cilindros servían para almacenar granos. Hoy la estación está abandonada.

El auge en la agricultura desapareció de la región, y la estructura entera se quedó perdida en la ciudad que invadió todo el terreno.

Algunos dirán que la torre está ahora ya en el centro. Mas no es así.

Aunque maravillosamente hay un parque y algunas industrias de la misma época enfrente, que también han sido abandonadas, por lo que hay mucho silencio.

Son fábricas de ladrillo rojo y arquitectura modernista, llenas de nostalgia para los historiadores y uno que otro amante del pasado.

Yo no puedo ver esos edificios desde mi ventana. Habito un cuarto de 3 por 3 metros, con dos ventanas, una al este y la otra al poniente.

Tengo un escritorio frente a la ventana que mira las puestas de sol. He bloqueado la otra ventana y he decidido no abrirla.

No puedo ver los edificios ni el parque, no puedo ver el sol de la mañana, pero no importa.

Mi misión no es ver el mundo exterior desde la torre. Es escribir.

En ocasiones hay que salir del mundo y tener la visión de montaña. En ocasiones hay que entregarse al silencio y escuchar lo que hay dentro.

“La exploración introspectiva o el autodescubrimiento requieren de forma casi inevitable un período de soledad física por parte del individuo en el que sus valores, convicciones y educación se puedan digerir, evaluar y transformar”, dice el filósofo.

En ocasiones hay que abrazar la soledad. Mi visión por la ventana se pierde en el trazo repetido de las calles y avenidas, una cuadrícula gris que se extiende hasta el horizonte indefinido, esa línea oculta en el polvo revuelto con el aire, que desde aquí parece una leve y parda bruma.

He venido aquí para escribir un libro. El tema me incluye, pero está relacionado directamente con los demás.

Escribiré un libro sobre lo que se repite en nosotros y que, por lo mismo, es una ley de nuestra conducta y forma de pensar.

Escribiré un libro sobre las leyes de la naturaleza humana.

Ley número 1. Todos los humanos somos creaturas irracionales.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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