Cultura

Robert Redford (primera): el actor

Robert Redfford
Robert Redfford


Un breve recorrido por las facetas de este legendario actor, director, productor, promotor cultural y activista: uno de los últimos representantes del star system vuelto pieza clave para la difusión del cine. Empezamos con su labor frente a las cámaras.

Durante los primeros años de la década de los sesenta, apareció en algunos capítulos de series televisivas, empezando por Maverick (1960) y pasando por Perry Mason (1960), Play of the Week (1960-61), Alfred Hitchcock Presents (1961), La dimensión desconocida (1962), Los intocables (1963) y The Defenders (1964), entre otras; participó en las cintas para TV Captain Brassbound’s Conversion (Schaefer, 1960) y The Iceman Cometh (Lumet, 1960); en Juego de amor (Logan, 1960), como un jugador de básquetbol, acompañando a Anthony Perkins y Jane Fonda; en El que mató por placer (Sanders, 1962), encarnando a un soldado raso y a un capitán en Situación desesperada pero no grave (Reinhardt, 1965).

Empezó a ganar protagonismo en Intimidades de una adolescente (Mulligan, 1965), junto a Natalie Wood; en La jauría humana (Penn, 1966), interpretando a un fugitivo injustamente acusado y compartiendo crédito con Marlon Brando, Robert Duvall y Jane Fonda, una vez más; en Una mujer sin horizonte (Pollack, 1966), drama del arquetipo de los amantes malditos escrito por Teneessee Williams y Coppola que protagonizó con Natalie Wood y Charles Bronson. Cerró la década con la comedia romántica Descalzos en el parque (Saks, 1967), seguida de Butch Cassidy (Hill, 1969) en la que consolidó su carisma frente a la cámara como el Sundance Kid, junto a Paul Newman; Cuesta abajo (Ritchie, 1969), enfundado en traje de esquí (Ritchie, 1969) y con el western El valle del fugitivo (Polonsky, 1969), como el sheriff Cooper.

La mesa estaba puesta para que la década de los setenta fuera suya: entre otras apariciones, fue dirigido de nuevo por Sidney Pollack en La ley del talión (1972), metiéndose en la piel de Jeremiah Johnson, un ex combatiente que busca aislarse en las montañas pero que se verá envuelto en conflictos entre tribus nativas; en The Way We Were (1973), intentando mantener una relación con Barbra Streisand, a pesar de las diferencias ideológicas; en Los tres días del cóndor (1975), indagando el asesinato de sus compañeros de la CIA y, junto a Jane Fonda una vez más, en El jinete eléctrico (1979), ahora como una estrella del rodeo en fuga. Presentó sus aspiraciones para convertirse en senador vía la crítica comedia política El candidato (Ritchie, 1972) para después regresar al papel de estafador en la clásica El golpe (Hill, 1973), de nueva cuenta con su compinche Newman.

Se convirtió en El gran Gatsby (Clayton, 1974) y en Bob Woodard, uno de los periodistas que destapó el escándalo de Watergate junto con Dustin Hoffman en el papel de Carl Bernstein, revisado en Todos los hombres del presidente (Pakula, 1976); volvió al cine bélico como el Major Cook en Un puente demasiado lejos (1977), filme dirigido por Richard Attenborough con un imponente reparto que incluyó a Liv Ullman, Michael Caine, Gene Hackman, Ryan O’Neil, Sean Connery, Anthony Hopkins, James Caan, Elliott Gould y Sir Laurence Olivier, ni más ni menos. Robert Redford se consolidó como un actor convincente, asumiendo papeles complejos sobre personajes al filo y, dado su magnetismo, contribuyendo a que los filmes en los que aparecía tuvieran un mayor poder de convocatoria.

Abrió los ochenta con Brubaker (Rosenberg, 1980), notable drama carcelario al que le siguió El mejor (1984), película beisbolera clásica dirigida por Barry Levinson; hizo mancuerna nuevamente con Sidney Pollack en la laureada África mía (1985), como un aventurero que termina enamorándose de Meryl Streep, metida en la piel de una baronesa danesa, y en Havana (1990), asumiendo el rol de un apostador que termina metido en la revolución cubana al enamorarse de una mujer envuelta en la rebelión (Lena Olin). Entre ambas, rodó la comedia romántica Peligrosamente juntos (1987) de Ivan Reitman, en plan de fiscal de distrito y galán frente a Debra Winger y Daryl Hannah.

Héroes por azar (Robinson, 1992), Una propuesta indecorosa (Lyne, 1993) que desató el pícaro comentario de la grada femenina acerca de que por supuesto aceptarían lo solicitado por Redford, aunque el problema sería conseguir el millón de dólares. Con guion de Joan Didion, La fuerza del destino (Avnet, 1996), haciendo pareja con Michelle Pfeiffer; volvió al cine de cárceles en El último castillo (Lurie, 2001) para enfrentar a James Gandolfini en el papel de un siniestro director, Juego de espías (Scott, 2001) con su heredero Brad Pitt; Willem Dafoe y Helen Mirren lo acompañaron en el thriller Secretos de un secuestro (Brugge, 2004) y recuperó cierta esperanza en Una vida sin terminar (Hallström, 2005),

En la etapa final de su recorrido, le dio voz al caballo Ike en La telaraña de Charlotte (Winick, 2006), luchó por sobrevivir en la notable Todo está perdido (Chandor, 2013); se enfundó en la figura del villanesco Alexander Pierce para el universo Marvel; caminó por los Apalaches en Grandes amigos (Kwapis, 2015), al lado de Nick Nolte; contribuyó con la fantástica historia de crecimiento Mi amigo el dragón (Lowery, 2016); participó en la cienciaficcional con tintes de drama The Discovery (McDowell, 2017) y un par de cintas crepusculares que sonaban a despedida: Our Souls at Night (Batra, 2017) en compañía de Jane Fonda, por supuesto, y Un caballero y su revólver (2018), nuevamente bajo la dirección de David Lowery.


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Fernando Cuevas
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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