Las víctimas de abuso sexual, en sus variadas formas, cargan con una gran cantidad de sentimientos encontrados, dolor profundo y una fuerte necesidad de comprensión y empatía. Surgen reacciones como el bloqueo y la negación, el incesante deseo de venganza, la agresión contra propios y extraños o la búsqueda de paz y reconciliación: acaso una combinación de todas ellas. Es lo que va experimentando Arabella, una joven escritora londinense de origen ghanés, estrella de las redes sociales virtuales, drogada y abusada una noche en la que salió a divertirse con sus amigos, mientras avanzaba en el texto comprometido con una buena editorial, misma que le envía a un escritor “estudiado” para que la apoye en el borrador (Karan Gill), quien termina también engañándola al momento de tener relaciones sexuales.
Dirigida, coescrita e interpretada por Michaela Coel, retomando duras experiencias personales y de alguna manera exorcizándolas a través de la serie, I May Destroy You (RU, 2020) consta de 12 episodios que siguen a su protagonista y a sus amistades, entre quienes están el amigo gay instructor de aerobics con frecuente presencia en las aplicaciones de citas, también violentado (Paapa Essiedu); la amiga inseparable que busca convertirse en actriz, engañada en un encuentro sexual supuestamente espontáneo (Weruche Opia); la compañera escolar, invadida en su intimidad en aquellos años, con la que se reencuentra en un grupo de ayuda a mujeres agredidas que dirige (Harriet Webb), y el discreto compañero de departamento (Stephen Wight), cual testigo silencioso de las vicisitudes por las que atraviesa la atribulada escritora.
Del primer capítulo, que detona la violencia sexual como eje transversal del argumento de sustento feminista y ciertos apuntes raciales en una Inglaterra multicultural pero aún con prejuicios, eludiendo los maniqueísmos y las culpas fáciles y con énfasis en los vínculos de poder, se desprenden los sucesos posteriores que incluyen la búsqueda de justicia –distinta en términos de atención hacia la mujer violada en comparación con el amigo abusado-, el fallido escape a Italia para intentar reencontrarse con el hombre con quien tuvo un breve romance y en general el proceso de sobrevivencia, que incluye la presión de la entrega del libro y solventar la cotidianidad con la rabia atravesada.
Hay algunos episodios a manera de flashbacks en la etapa adolescente, ya sea en la vida estudiantil o con la familia, que funcionan en términos explicativos para entender el presente de los personajes, en particular sus relaciones de amistad, puestas a prueba por el imprevisible carácter de Arabella, comunicándose también a partir de una variada gestualidad que detona momentos de humor negro, angustia imparable, enojo encendido y hasta picardía arriesgada, cambiando de look constantemente de acuerdo con la circunstancia emocional, e intentando volver a la actividad creadora. El desarrollo del contexto netamente urbano se acentúa con la elusiva banda sonora, entre el hip-hop británico, un actualizado R&B y la electrónica de rigor, acompañando una puesta en escena funcional con una cámara que de pronto flota y se vuelve más etérea, según los estados de ánimo de la joven, buscando reencontrarse con el mundo tangible fuera de la virtualidad, mientras se vuelve portadora de alguna causa y se sobrepone al abuso, imaginando cómo sería el encuentro con su violador y qué actitudes podría tomar ante su presencia, sobre todo en aras de darle la vuelta a la página, la suya y la de su anhelada publicación.
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@cuevasdelagarza