La llegada de la primavera implica el aumento en la temperatura y un calor que, cada año rompe récord respecto a la marca anterior. 2023 fue el año más caluroso del que se tenga registro y recordamos las olas de calor tan severas en junio que desquiciaron a más de una persona. Parece que 2024 será igual o peor. El otro día comentaba con alguien como hace algunos años era inusual ver a alguien con suero o bien usando bloqueador solar y ahora forma parte de nuestra cotidianeidad, incluso de la prevención en materia de salud. El clima está cambiando de forma drástica y resentimos en cada momento sus efectos. No solo en la ciudad, sino en todas las regiones en que los cambios afectan tierras de cultivo, actividad económica y la vida diaria de las personas.
Ante esto, especialistas encienden las alarmas, una vez más y con poco eco, sobre a grave situación de abasto de agua que mantiene la entidad. A horas de iniciar la primavera se estima, de acuerdo a datos oficiales, que 56 municipios tienen algún grado de sequía, de estos, 22 ya se encuentran en condición de sequía severa, incluyendo Chapala, donde se encuentra el mayor lago del país. Evidentemente los asentamientos urbanos requieren mucho más líquido, pero recordemos que las actividades ganaderas y agrícolas, de las que depende la alimentación de las y los jaliscienses, absorben mucha de la demanda. Por otra parte, el aprovechamiento del agua requiere una atención urgente, es necesario repetirlo las veces que sea necesario: un tercio del agua que llega al Área Metropolitana de Guadalajara se desperdicia por el estado de las tuberías mientras existen colonias que carecen de las condiciones mínimas para obtenerla.
Recientemente se anunciaron obras para garantizar el abasto de agua “por los próximos 50 años”. La apuesta es ambiciosa y la previsión admirable. Pero se trata de buscar el agua para traerla de cada vez más lejos mientras las reservas naturales se agotan por la sobre explotación. De acuerdo a datos oficiales de la Comisión Nacional del Agua, Chapala se encuentra actualmente a un 43% de su capacidad, la Presa de Calderón, que dota de la décima parte de agua que consume la ciudad, en un 26%. Solo dos de 24 presas están al 100%, nueve de ellas a la mitad. La situación se hace más grave ante las sequías tan fuertes que se resienten y unos temporales de lluvia cada vez más pobres que complican la recuperación adecuada de los mantos. Y claro, el estado del agua, caracterizada en Jalisco por su contaminación teniendo al río Santiago como triste ejemplo.
Creo que después de la seguridad, la gran agenda del estado se encuentra precisamente en el agua, no solo en la dotación y calidad de la misma, sino en su aprovechamiento y en proyectar su solución a varias décadas. Jalisco requiere acciones urgentes para mantener su principal activo, el agua, en condiciones aptas para el consumo humano y sobre todo, su sostenibilidad, el problema del agua no solo implica tenerla a la mano y que aparezca con solo abrir una llave, sino que todas y todos seamos responsables en su consumo y cuidado, que sea suficiente para realizar todas las actividades económicas, que sea un factor prioritario en cada momento que se planee construir una sola vivienda más pero, sobre todo, que se utilice de tal forma que no comprometa el futuro que, de momento, se ve áspero y hostil, seco y desesperanzador, abrasador, y con sed que ya se siente.