Sociedad

Los tacos de Genaro

Los viernes tiene por costumbre el Chinche sacar los banquitos y la mesa de plástico, el cazo y la carne de cerdo para preparar las carnitas que en sábado y domingo tendrán a la clientela en su máxima expresión consumista de tacos con enmantecada sabrosura: costillita, maciza con cueritos, nana, buche y las imperdibles quesadillas de sesos con cebollita picada y epazote. 

Y un molcajete donde se desfleman rodajas de chile manzano y cebolla, y no faltan la pipicha ni el papaloquelite, ni el chesco para bajar el bocado hasta la bodega de los sacrosantos alimentos.

Los obreros y empleados que sostienen a las microempresas que en el barrio pululan, se dan tiempo para, a la carrerita, hacer su pedido y degustar con singular alegría los tacos del Chinche, que no escatima abundancia de maciza sobre el par de tortillas, coronada con rajuelas de cueritos, cebolla y cilantro picados, y salsas de chiles verde y de árbol.

Mientras paladea los ricos tacuches, en fin de semana la clientela puede parar oreja y enterarse de las news nuevecitas: el más reciente atraco a la tienda de la esquina; la fuga, el fin de semana, de la quinceañera con su chambelán, luego del vals de rigor, acto que acarreó congoja casi luego aliviada con la promesa de los prófugos de ir ayer el juez y despuecito al altar para regularizar su situación y ser declarados marido y mujer, hasta que la Wesos los separe.

Ni los policuicos escapan al antojo de los tacos del Chinche: hacen una pausa en su rondín, colocan los kepis sobre un banquito y devoran taco tras taco, impunes, sin tregua, como si fuera un atraco en despoblado y al amparo de su placa.

El domingo el jefe de familia hace acto de presencia con toda su pipiolera y permite que pidan sin cortapisas, hasta que no les quepa un bocado más y suelten sonoro erupto: se oye mal, pero descansa el animal, ¡provechito! Y de postre, que se despachen un algodón de azúcar los chavalos, por aquí merodea también el vendedor de cocadas y palanquetas de cacahuate y piloncillo, y el de manzanas recubiertas con rojo caramelo cristalizado: antediluvianas golosinas que sobreviven a la modernidad en un barrio aledaño al Periférico Oriente.

Sudando la cruda llegan los integrantes del equipo de futbol de la colonia; para atenuar el sabor de la derrota (siete goles a cero), unos tacos y una cocacolota, que las penas con los cerdito son buenas: a un mal marcador, un taquito reparador.

Quienes sobrevivieron a la fiesta de 15 años y sienten la necesidad de mover bigote, hacen rueda alrededor del cazo y pacientes aguardan turno para hacer su pedido; mientras, eligen al comisionado para que vaya por las caguamas bien gélidas y sorbo a sorbo le dan mate a la cruda que ocasiona náusea y temblorina.

Genaro mantiene la calma, con la pala menea las carnitas y ofrece trocitos de chicharrón a quienes esperan: truquitos de la mercadotecnia barrial para comprometer al potencial cliente, antes que decida irse a la barbacoa y al consomé de carnero:

–Aguántame tantito, ya casi sale tu pedido. Aguántame un ratoncito, ya casi…

–No hay pex, bro: muévele al cuinito y yo espero mis taquitos, sin pex…

–Mientras chíngate un trocito de chicharrón... 

Emiliano Pérez Cruz*

* Escritor. Cronista de Neza

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Emiliano Pérez Cruz
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