Cultura

Psicosis realistas

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

Recién vi nuevamente El rey pescador, la genial película de Terry Gilliam, donde Robin Williams es Parry, un indigente con episodios psicóticos que incluyen verse perseguido en Manhattan por un terrorífico Caballero Rojo que cabalga despidiendo una estela de fuego, y Jeff Bridges es Jack Lucas, un famoso locutor de radio, cretino y arrogante, que se ha encumbrado precisamente por despliegues de soberbia misantrópica. Sus destinos se ven entrelazados y, al estilo de Terry Gilliam, la trama discurre en un registro que oscila entre el hiperrealismo y lo fantástico/mitológico. Existen también ecos de tragedia clásica y destino, pues queda claro que la fatalidad y el absurdo pueden conducir a vislumbres espirituales a los que la racionalidad instrumental de la vida organizada jamás podría soñar con acceder.

Entre los muchos ángulos del filme, me parece que hay uno de especial relevancia para la actualidad, a 30 años de su aparición, vinculado con las formas en que los distintos grados de psicosis conviven con lo que entenderíamos como la realidad de la vida cotidiana, así como las verdades personales que yacen en el orden de lo imaginario-simbólico, si tan solo estamos dispuestos a prestarles atención. De entrada, para una figura del esnobismo de Jack Lucas, el indigente Parry y sus delirios son lo peor de la escoria humana, y es solo cuando por necesidad se ve obligado a comenzar a mirarlo como persona y a procurar comprender la rigurosa estructura de su orden psicótico cuando lo que deviene absurdo y patético es su propia existencia como hombre de poder. Como sucede a menudo en los relatos mitológicos, existe gran profundidad en objetos tan nimios como un Pinocho de madera que atestigua la acción, como recordatorio del carácter endeble de las verdades y mentiras iniciales que producen de inicio un desbalance tan pronunciado entre los dos protagonistas.

En una época eminentemente traumática como la nuestra, atestiguamos a diario cómo múltiples fantasías psicóticas irrumpen en la realidad cotidiana, y en buena medida contribuyen a moldearla, desde los delirios de algunos de los líderes políticos que parecen extraídos de un cuento de hadas gótico, hasta los millones de devotos de todo tipo de teorías de la conspiración, narrativas supremacistas de diversas índoles o corporaciones cuyas fantasías de omnipotencia contribuyen decisivamente a la producción de una realidad descarnada y delirante, que se vuelve a su vez caldo de cultivo para nuevas fantasías psicóticas, que en el fondo representan una desesperada forma de lidiar con los elementos más extremos de nuestras sociedades. Por eso El rey pescador nos recuerda que hay de psicosis a psicosis, y que en un descabellado delirio con un fondo de inocencia o de bondad yacen posibilidades para crear una realidad infinitamente más rica que aquella que resulta del culto sistémico del éxito y el poder como principios de realidad, cuya solidez en el fondo es mero resultado de la creencia ciega colectiva en dicha solidez, como una película tan entrañable como esta contribuye a mostrarnos.

Google news logo
Síguenos en
Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • [email protected]
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.