Cultura

Fantasías realistas

Vivimos en una época donde se ha pulverizado el concepto de verdad. Ni siquiera en un sentido filosófico profundo, sino en uno mucho más pedestre, pues no es posible establecer consensos ni en lo relativo a hechos directamente observables. Más bien, la actual tiranía de las emociones conduce a tener o creer unos u otros datos, según el bando al que se quiera pertenecer. Conceptos como “posverdad” o “fake news” dan cuenta de esta negación a aceptar la realidad más que como acomode a los intereses de cada uno.

Como sería previsible, la pandemia ha desatado todo tipo de teorías de la conspiración, e incluso posturas negacionistas desde lo religioso. Como sería también de esperarse, son en general los grupos tradicionalmente asociados a la ultraderecha radical o empresarial los que más claman por la inmediata reapertura de la economía, cualesquiera que sean las consecuencias sanitarias que ello conlleve. En ocasiones justo a partir de teorías de la conspiración, pero más recurrentemente invocando principios libertarios (¿quién es en última instancia el gobierno para prohibirnos que la gente muera trabajando, si así lo deseamos?), utilizando una especie de lenguaje bélico donde habrá muertes como bajas necesarias para que la economía y el progreso prosigan su marcha.

Lo curioso es que parecería que todas las fantasías conspiracioniales, libertarias, apocalípticas y demás tienen como elemento en común que al alejarse de la noción de que existe una realidad elemental compartida por todos, no hacen sino afirmar su existencia desde una perspectiva sumamente descarnada. Es decir que, consciente o inconscientemente, estas fantasías funcionan para desviar la atención hacia distintos ángulos, y con ello volver incuestionable e indiscutible la cruda realidad estructural que el virus no ha hecho más que acentuar. Proliferan los artículos que detallan cómo mueren a tasas mucho mayores los grupos económicamente más vulnerables, y cómo la crisis aumenta fuertemente los niveles de pobreza y desigualdad; se incrementa la violencia de género a causa del confinamiento; avanza la militarización y los crímenes de odio, incluso contra trabajadoras de salud que arriesgan la vida frente a la pandemia, y una larga lista de etcéteras muy reales, que ninguna extravagante fantasía o cantinfleo verbal espetado desde el poder pueden en ningún sentido eliminar.

Porque aunque gobernantes y grupos de ultraderecha aparezcan como lunáticos al realizar varias de sus formulaciones, lo cierto es que se mueven bajo un principio de realidad bastante sólido: ni ellos ni los suyos serán de los grandes afectados con esta crisis, e incluso si llegaran a contagiarse tienen grandes probabilidades de salir airosos, y por ello la prisa kamikaze por reactivar todo como sea. Siguiendo la norma, el cálculo político-electoral, la bolsa de valores y la necesidad de continuar acumulando ingentes fortunas continuarán siendo los principios rectores de nuestras sociedades, y las cortinas de humo fantasiosas funcionan de maravilla para asentar con más firmeza ese tipo de realidades de lo más elemental. 

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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • [email protected]
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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