Política

Repartir la baraja

El mito de la meritocracia se desvanece. El capitalismo se ha encargado de desmentir uno de sus principales pilares: el talento y el trabajo duro te llevarán al éxito económico. 

Cada quien hace su mejor juego con las cartas que le tocan. A unos les dieron poker de ases en la primera mano, y otros están intentando salir adelante con un par de 2, o quizá ni eso. El esfuerzo y las oportunidades para ganar son distintas desde el punto de partida.

Ese es el juego en el que estamos. Las condiciones no son iguales para todos, ni podrán serlo nunca, porque las reglas están diseñadas para que quienes tengan los ases, los conserven, y si acaso, toque uno al otro lado de vez en cuando.

El discurso sobre la importancia de un título universitario para obtener un empleo que nos dé un ingreso digno ha quedado obsoleto. Los sueldos de las ofertas laborales apenas superan al salario mínimo y no alcanzan para solventar las necesidades básicas de una sola persona, ya ni hablemos de una familia.

En 2019, el sueldo mínimo era de 3 mil 080 pesos, y este año subió a 6 mil 210; pero los salarios promedios de las empresas rondan los 8 mil 412 pesos mensuales, cifra que, según el Observatorio de Trabajo Digno, entra en la clasificación de “insuficiente”, al estar por debajo de los 10 mil pesos, donde se concentra 39 por ciento de la población mexicana. El mismo porcentaje gana entre 10 mil y 15 mil pesos, al que el estudio califica “de sobrevivencia”, es decir, apenas para las necesidades básicas. De 15 mil a 20 mil pesos al mes es el sueldo de solo 13 por ciento, que ya se considera “digno”; y 7 por ciento supera los 20 mil pesos.

Por si fuera poco, más de la mitad de los trabajadores están sin un contrato estable o prestaciones, lo que también merma en la construcción de su patrimonio y la preservación de su salud, pues hay quienes necesitan tener dos empleos para cubrir sus gastos.

Estas condiciones solamente pueden prevalecer con la complicidad de las autoridades, que voltean al otro lado ante el incumplimiento de las empresas en sus obligaciones que se aprovechan de la necesidad de los empleados para violar las leyes laborales.

Nadie elige las cartas que le toca, pero al no reconocer la injusticia y, peor aún, contribuir a ella, se vuelve cómplice de un sistema que alimenta a la pobreza y la desigualdad. Para construir equidad y una mejor sociedad, hay que repartir mejor la baraja y cambiar las reglas. 

Dora Raquel Núñez

Twitter: @draquelnzx


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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