Política

Ovarios sin rosarios

Cuando el “estoy embarazada” provoca un gesto de tristeza y preocupación, inmediatamente se ve a “ella” como la culpable. “Ella”, que abrió las piernas. “Ella”, tan tonta por dejarse. “Ella”, sucia y desvirgada. No se ve a “él”, que logró la hazaña. “Él”, que ante la responsabilidad que se avecina lo niega. “Él”, que le dijo que sí se había puesto condón y después que siempre no. No. Es a “ella”, que se echó a perder la vida. La “luchona”, por tener un hijo. La “asesina”, si decide no tenerlo. “Ella” es la culpable. Y siempre ha sido.

Tan ha sido, que en México el 30 por ciento de las madres son solteras y el 53 por ciento de ellas estudió hasta la secundaria. Porque ahora, “por abrir las piernas”, hay que quedarse en casa y trabajar. Y si dicen que no, les esperan hasta seis años de cárcel, condenas que cumplen más de 200 mujeres en el país. En pleno 2020, la despenalización del aborto en México está en pañales.

Desde 1995 es legal en Alemania, Estados Unidos no lo castiga desde 1973, y Rusia, ese país gobernado por Vladimir Putin -tan admirado por muchos mexicanos conservadores- lo permite desde 1920. En el mundo, solamente el 0.4 por ciento de los países penalizan la interrupción del embarazo por cualquier motivo. En nuestra nación, desde 1931 es legal en casos de violación, y tuvieron que pasar 71 años para que nada más en la Ciudad de México no se castigara, y el año pasado, en Oaxaca se alzó el pañuelo verde para celebrar el cambio en su legislación.

¿Qué ha impedido que México no avance al mismo ritmo en este tema? El costo político y el machismo de las instituciones. ¿Por qué? Porque nadie se atreve a echarse encima al 80 por ciento de la población católica que hay en el país, que se aferra a culpar a la mujer por su propio embarazo y la castiga teniendo un hijo no deseado o con cárcel si decide no tenerlo. Todo, porque prevalecen las creencias religiosas sobre las evidencias científicas y los derechos. Y esto es inconcebible.

Los derechos reproductivos no pueden ni deben basarse en dogmas. La comunidad científica coincide en que antes de las 12 semanas el producto no ha desarrollado un sistema nervioso central, y no se le considera un ser humano tras haber sido fecundado, así que tampoco puede equipararse el aborto con el asesinato.

¿Por qué no mejor dar educación sexual? Sí, sería lo ideal, pero está lejos de ser una realidad. Todavía hay quienes se niegan a que sus hijos reciban información sobre cómo tener una vida sexual saludable y responsable; pero no tardan en emitir un juicio y cuestionar cómo es posible que haya embarazos “accidentales”; y hay quienes ni siquiera tienen acceso a una educación básica o un centro de salud.

Los anticonceptivos marcaron un antes y un después en las libertades sexuales y reproductivas de las mujeres, y falta que se dé el siguiente paso con la despenalización del aborto. Ya es hora de que se cumpla la laicidad del Estado y que los derechos no estén condicionados por creencias religiosas. Ya es hora de que “saquen los rosarios de nuestros ovarios”.

PD. Este lunes, a las 15:00 horas, se realizará una marcha en el Monumento a la Madre en el Centro de Guadalajara, por el Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible. Solamente participarán mujeres y se invita a utilizar un pañuelo verde. 


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Dora Raquel Núñez
  • Dora Raquel Núñez
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