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La simbiosis

Tras ser líder nacional del PRI y secretario de Desarrollo Social, Luis Donaldo Colosio fue nombrado candidato priista para suceder a Carlos Salinas de Gortari. Esta designación se conocía entonces como “el dedazo”, ya que representaba la voluntad del presidente en turno por imponer a su sucesor.

Colosio percibió la decisión de Salinas durante una gira que hicieron a Sonora en la que el mandatario tuvo una cena íntima con la familia de su subalterno y corrió en público con él junto a la Laguna del Nainari, en Ciudad Obregón.

“Siempre vi en Luis Donaldo un hombre de buena fe, un hombre progresista y con gran modestia, porque venía de un pueblo muy modesto, y me lo dijo. Tuve una gran simpatía por él, creo que fue mutuo”, rememora Porfirio Muñoz Ledo, por entonces presidente nacional del PRD, que había surgido tras el choque con el PRI en las elecciones de 1998.

—Oiga, licenciado, quiero hablarle del PRI, porque usted es el único ex presidente del PRI con el que puedo hablar, quiero que me aconseje sobre una posible candidatura presidencial… — preguntó Colosio a Muñoz Ledo alguna vez, en suma confianza.

—Luis Donaldo, en el sistema político mexicano la candidatura tiene tres requisitos entre el presidente y su designado: uno, la amistad y el compañerismo; otro, la complicidad de dinero, y uno más, la complicidad de sangre... tú nada más tienes uno: la amistad.

 

“Las corrientes...”

Colosio tuvo como rivales en la sucesión al secretario de Hacienda, Pedro Aspe, y el regente de Ciudad de México, Manuel Camacho Solís, este último considerado como una especie de hermano político del presidente Salinas de Gortari.

En entrevista, el ex presidente Salinas repasa así su decisión: “Resultado del trabajo notable de Pedro Aspe, acompañado por la Comisión Gasto-Financiamiento, pudimos duplicar el gasto social sin déficit fiscal, lo que lo convertía en una figura de brillo internacional y en un precandidato natural; también estaba Manuel Camacho, compañero de la universidad, amigo de mucho tiempo, quien había hecho una gran labor en la Ciudad de México, una capital complicada, llena de efervescencia política, de grandes contrastes.

“Por su parte, la experiencia de Donaldo como legislador, dirigente partidista, gran triunfador en la elección de 1991 y luego como secretario de Sedesol, lo convertía en un perfil muy preparado para la sucesión de 1994. Desde la elección del general Cárdenas, en 1934, no existía un presidente del PRI que se convirtiera en candidato a la Presidencia”.

—¿Cómo llega a la decisión de que Colosio sea el candidato?

—En noviembre de 1993, el congreso de Estados Unidos ratificó el TLC, el horizonte se despejó y ocho días después Donaldo Colosio fue postulado como candidato del PRI a la Presidencia de la República. El PRI hizo su evaluación, el presidente con ellos y la decisión fue natural: Donaldo Colosio fue postulado en medio de un enorme entusiasmo partidista.

El priista se “emocionó enormemente” al enterarse de su candidatura. Especial
El priista se “emocionó enormemente” al enterarse de su candidatura. Especial

—¿Podría relatar el momento en que se lo comunicó?

—Lo invité a conversar en Los Pinos y en la conversación le dije: “Donaldo, las corrientes del PRI se vienen manifestando abiertamente a tu favor para que seas candidato a la Presidencia”. ¡Uf!, él se emocionó enormemente. Lo que yo no sabía era que yo también me iba a emocionar enormemente, es decir, nos contagiamos de la emoción, porque es un proceso tan intenso y tan lleno de tensiones que cuando se resuelve, esa tensión se volvió una emoción mutua y nos dimos un abrazo extraordinario.

—¿Qué sucedió después?

—Le dije: “Bueno, prepárate porque mañana el PRI ha decidido que dará a conocer la postulación, vamos a tener una reunión aquí con todos los sectores. Nos vemos aquí en Los Pinos a las 10 de la mañana. Puntual llegó y estaban todos los dirigentes de los sectores encabezados por don Fidel Velázquez, de la CTM, la CNC, el presidente del partido Fernando Ortiz Arana, los presidentes de las cámaras y los dirigentes de la fracción mayor que era la priista en el Congreso de la Unión, y ahí la conclusión fue evidente: se abrieron las puertas, apareció Donaldo y dijeron: “es que este es nuestro candidato”, y de ahí se fueron al PRI a expresar públicamente su apoyo y su nominación de Donaldo.

“Fue una catársis para el PRI la nominación de Donaldo y uno de los momentos más emocionantes. Tal vez la primera vez para él de esa dimensión. Para mí había sido cuando el presidente de la República me hizo saber que las corrientes del PRI favorecían mi candidatura, pero no sabía que cuando yo se lo iba a decir a Donaldo me iba a emocionar tanto como él”.

—¿Cómo definiría ese momento?

—Fue un momento de simbiosis muy especial que yo lo recuerdo como uno de los momentos más bellos de mi vida.

—Sin embargo, su decisión provocó la molestia de Manuel Camacho Solís...

—Hubo ahí un pequeño detalle de Manuel Camacho que se resistió a felicitar a Donaldo cuando fue postulado por el PRI. A la mañana siguiente me reuní con él y le hice ver que esa actitud era verdaderamente salirse de las reglas que todos conocían, que se competía, pero que una vez que decidía el PRI, como dice la frase: cartucheras al cañón, todos disciplinados. Le hice ver que era, ya no podía permanecer como jefe del Gobierno de la Ciudad de México porque se conducía el proceso electoral gran parte y lo invitaba a ser secretario de Relaciones Exteriores, que era una vieja aspiración de él y por supuesto que aceptó. Se incorporó al gobierno, se mantuvo la unidad partidista y Donaldo arrancó una formidable campaña. 



Continuará...

Los Neoliberales/ capítulo XIII


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Diego Enrique Osorno
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